Tiempo de reflexión

La Navidad para muchos es sinónimo de alegría, fiesta, encuentros familiares y compras estimuladas por la sociedad de consumo en que…

La Navidad para muchos es sinónimo de alegría, fiesta, encuentros familiares y compras estimuladas por la sociedad de consumo en que vivimos, la que hace gastar  a muchos el salario extra recibido y algo más.

Algunos deciden celebrar el fin de año como si no fueran a tener mañana, cometiendo excesos muchas veces irreparables.  Pero solo para aquellos que entienden debidamente el verdadero significado de la Navidad, es un tiempo de alegría y gozo del espíritu, de renovación y de reflexión.  Y es que aunque han transcurrido más de dos mil años desde el nacimiento del niño Dios no hemos asimilado a plenitud la grandeza de su mensaje de paz, amor y humildad.

Por eso seguimos transitando caminos equivocados, pendientes de las formas y descuidando el contenido, cometiendo injusticias, respondiendo con más violencia a la violencia, dejando que el poder y el dinero nos esclavicen, irrespetando los mandamientos y leyes, despreciando las voces que nos invitan a ser mejores.

Lamentablemente  en el mundo seguimos teniendo muchos Reyes Herodes que envanecidos por el poder y las riquezas se creen tan importantes que están dispuestos a sacrificar a todo aquel que se interponga en su camino, incluyendo obviamente al pueblo que los elige.

Este año 2012 que se acerca a su fin amerita de profundas reflexiones.  La opulencia, la ambición, la mentira, la corrupción y la violación a las normas decretaron un final penoso de un año en el que primero gastamos como ricos para terminar enredados  como pobres.

Solo si cada uno de nosotros asimila profundamente esta lección evitaremos que la historia siga repitiéndose y que estos hechos no queden borrados por los repartos de algunos cientos de cajas a familias pobres y de juguetes para los niños; que no son más que intentos de comprar sus simpatías haciéndoles regalos que en nada resuelven sus problemas y que los mantienen encadenados en el círculo de pobreza y clientelismo que los mismos políticos han diseñado.

Más que nunca debemos entender que lo que este pueblo necesita es de buenos gobernantes que trabajen para que cada vez sean menos los que no tienen comida, salud, educación y techo para vivir, renegando de aquellos falsos líderes que lo único que han buscado es beneficiarse del poder utilizando todos los medios a su alcance, sacrificando las esperanzas de cambio para la mayoría.

Este año de grandes contrastes debe dejarnos una lección importante que no puede quedar olvidada con el bacanal de las fiestas; no podemos cerrar los ojos y callar dejándonos llevar por acciones irresponsables de las que más temprano que tarde tenemos que pagar siempre las consecuencias.  Debemos renovar nuestro espíritu y decidir firmemente exigir cada día que se cumpla la ley, que se haga justicia y que se trabaje en beneficio de todos.

Ojalá que el Redentor renazca en nuestros corazones dándonos las fuerzas para saber exigir nuestros derechos, la obediencia para  hacer lo que nos corresponde y la sabiduría  para saber distinguir el bien del mal.

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