La tragedia de Tamayo

La noticia que recorrió las redes, como la verdolaga en nuestro campo, no podía ser más devastadora.

La noticia que recorrió las redes, como la verdolaga en nuestro campo, no podía ser más devastadora. Según pasaban los minutos los tamayeros que viven en los cinco continentes multiplicaban sus mensajes. Tan pronto se supo que el minibús impactado era el que conducía Mingo, el hijo de Chocho, no había dudas de que varias familias de Tamayo iban a sufrir este desgarro.

Es que este chofer se caracteriza por su decencia y buen comportamiento, lo que le asegura una clientela permanente en la ruta Tamayo-Santo Domingo, y viceversa. La cifra de muertos ya es conocida y ahora lo que se espera es que haya justicia en este caso, en el que el conductor de la patana se ha declarado culpable de homicidio múltiple.

Esta tragedia debe sin embargo dejar algunas enseñanzas, que al menos ayuden a disminuir este tipo de accidente. Quienes transitamos con frecuencia por esta carretera vivimos la tensión que genera una obra en construcción y tráfico tan pesado, reforzado ahora con enormes patanas que hacen la ruta Santo Domingo, Jimaní-Puerto Príncipe, o Santo Domingo-Pedernales y viceversa.

Con la reconstrucción de la vía hay muchos tramos en los que el tránsito es fatal, y tengo la sensación que cuando los conductores se siente liberados de los tapones que causan estos trabajos, llevan hasta el fondo sus aceleradores, para avanzar y ganar el tiempo perdido.

Lo mismo sucede con los conductores que saben la lucha que cogerán en esos tramos y tratan de avanzar lo más que puedan en la “parte buena”, y ganar tiempo cuando se llegue a estos obstáculos.

En el caso de este bárbaro, al que le descubrieron dos botellas de bebidas alcohólicas en la cabina de su vehículo, ya la justicia puso su primer grano de arena, mandándolo por seis meses a la cárcel como medida de coerción.
Naturalmente, el nunca tendrá como pagar el daño causado a los familiares de toda esta gente noble y buena a las que le arrancó sus vidas.

En tanto, Tamayo sigue llorando sus víctimas, desgarrados por el dolor de esa tragedia tan grande para un pueblo tan pequeño.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas