Trujillo y el 30 de Mayo (2 de 2)

En una de mis anteriores entregas aporté datos importantes sobre el dictador Trujillo y su liquidación el 30 de mayo del 1961, y hoy culmino ofreciendo otros importantes datos sobre este acontecimiento que cambió el destino democrático de esta…

En una de mis anteriores entregas aporté datos importantes sobre el dictador Trujillo y su liquidación el 30 de mayo del 1961, y hoy culmino ofreciendo otros importantes datos sobre este acontecimiento que cambió el destino democrático de esta patria de todos.

Con el asesinato de las hermanas Mirabal y su chofer Rufino de la Cruz, se inició el declive de la dictadura trujillista.

Los desafíos de Trujillo llevaron a un grupo de patriotas a emboscarlo el martes 30 de mayo del 1961, en su viaje de Santo Domingo a San Cristóbal, siendo enfrentado y ametrallado produciendo su muerte en cuya acción estuvieron Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel Cáceres Michel (“Tunti”), Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño, y Huáscar Tejeda. Recibiendo más de 60 impactos de bala de diversos calibres. Su chofer Zacarías de la Cruz, aunque recibió algunos balazos no perdió la vida.

Algunos analistas mencionan que el interés de Estados Unidos en acabar con Trujillo se debió a que la represión de su gobierno podría traer una revolución a República Dominicana, de forma similar a la revolución Cubana, consecuencia fundamental del total rechazo del pueblo cubano al gobierno dictatorial del presidente Fulgencio Batista.

Se afirma y así sucedido que los norteamericanos ayudaron a derrocar esta tiranía autorizando la entrega de algunas armas por la CIA.

Las armas proporcionadas por la CIA habían sido ocultadas por el estadounidense Simón Thomas Stocker, contactado por esta agresión bajo el nombre en clave de “Héctor” y residente en la República Dominicana.
Las armas fueron ocultadas por más de dos meses, a riesgo personal y de su familia, dentro de un armario pequeño en su estudio, en su residencia privada, ya demolida, ubicada en un solar en el lado sur de la avenida Independencia, próximo a la avenida Principal Máximo Gómez.

Algunos afirmaron que dichas armas nunca llegaron a las manos de los organizadores del ajusticiamiento del dictador, debido a la supuesta falta de una autorización explícita de la CIA para su entrega. Esta opinión fue contradicha por testimonios de viva voz, emitidos por Stocker a familiares y personas de confianza, afirmando que las armas fueron entregadas por él a un dominicano, después de haberlas ocultado en su propiedad por unos tres meses, según su relato de confirmada veracidad. No obstante, esa versión fue negada por el único sobreviviente del ajusticiamiento, el General Imbert Barrera.

Actualmente los restos de Trujillo se encuentran en un cementerio de la pequeña comunidad de El Pardo, a 25 minutos de Madrid en España, cementerio que está muy por debajo de las características de los demás cementerios madrileños, y una tumba que probablemente no se asemeja en nada a aquella mandada a construir por el dictador en su natal San Cristóbal en la década de 1950.

Horas después de la muerte de Trujillo, su hijo Ramfis, quien se encontraba en París, alquiló un avión y regresó, poniéndose de inmediato al frente de la situación y convirtiéndose en el hombre fuerte del país, aunque Joaquín Balaguer, seguía formalmente al frente de la presidencia. El servicio de Inteligencia Militar (SIM) y todos los servicios de seguridad del Estado realizaron amplias redadas en todos los sectores de la ciudad, buscando a los victimarios.

Los comicios celebrados el 20 de diciembre de 1962 dieron la victoria al Partido Revolucionario Dominicano, cuyo candidato presidencial, Juan Bosch, obtuvo el 59.5% de los votos escrutados, quien fue derrocado a los siete meses por inicio de un gobierno profundamente democrático, consagrados en su gran Constitución de 1963, lo que motivó que un grupo de oficiales jóvenes se unieran para protestar por este infausto golpe de Estado, quienes fueron cancelados como oficiales, lo que determinó que estos mismos militares fueran los ideólogos de la guerra de abril a cuya cabeza estuvo el pundonoroso y valioso joven militar Rafael Fernández Domínguez, declarado por ley del congreso civil como héroe nacional.

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