Trump y lecciones aprendidas

Juan Bosch repetía con frecuencia una expresión usada por su suegro de que lo moderno empezó desde cuando el hombre vivía en las cavernas. Es decir, todo lo que existe es una acumulación de lo que se va creando y del conocimiento que se transmite&#82

Juan Bosch repetía con frecuencia una expresión usada por su suegro de que lo moderno empezó desde cuando el hombre vivía en las cavernas. Es decir, todo lo que existe es una acumulación de lo que se va creando y del conocimiento que se transmite de generaciones desde hace miles de año. Eso significa que en lo nuevo se conserva lo viejo. Acumular las lecciones aprendidas, es imprescindible en la actividad política. Recuerdo que Juan Bosch en más de una ocasión afirmaba que en declaraciones del adversario político pusiéramos atención en quien las daba y el tono con que las hacía; no solo lo que decía. En el lenguaje cotidiano se dice “ofende quien puede, no quien quiere”; o “las palabras se toman de quien vienen”.

Cuando Donald Trump empezó a buscar la candidatura por el Partido Republicano, lo hizo agrediendo a la comunidad mejicana e hispana; se reaccionó creyéndolo torpe y brusco. Pero había que presumir que desarrollaba una estrategia de promoción bien estudiada. Era imposible que un empresario de su alto nivel de fortuna económica no estuviera bien asesorado para mercadearse para el proceso electoral. Sus pronunciamientos se elaboraron para impactar al gran público que como blanco había escogido dentro del Partido Republicano. Debía manejar los temas que deseaban oír y de forma que parecieran espontáneos. La estrategia se ajustaba a su personalidad; no era difícil para él, tronar y que pareciera imprudente y radicalmente conservador. Ser desafiante no ha sido lo apropiado en un precandidato presidencial, pero serlo lo convertía en la figura mediática más buscada por la prensa; y sus planteamientos radicalmente conservadores la mejor manera de llegarle de gratis a una enorme franja republicana que finalmente lo asume como su candidato.

Evidentemente, su primer propósito es ganar la nominación por el Partido Republicano, para luego tratar de ganar la presidencia. Poco le han importado los hispanos; total no todos votan en las elecciones y cuando lo hacen es predominante en favor de los Demócratas. Sacrifica esa minoría (la hispana que es el 17% de la población, de la que votó la última vez un 12%) para poner en marcha, como lo hizo, su estrategia para con el tema migratorio impactar y encantar a la población conservadora. No es un loco. Muchas veces les decía a algunos amigos en tertulias privadas que de un personaje con todas sus posibilidades económicas había que suponer que tenía asesoría en marketing electoral. Es un conservador que exhibe su duro discurso que parece improvisado, porque va con su personalidad. Ha ganado posicionamiento dejando atrás a los favoritos de su Partido Republicano. Ahora luce el competidor con la favorita del Partido Demócrata, Hillary Clinton.

Se ha dicho que luego de ganar la nominación, pedirá disculpas a los mejicanos y a los hispanos. No lo hará, puesto que perdería su liderazgo electoral, construido sobre una población conservadora que no le aceptaría ese giro.
Cuando una figura como Donald Trump, “magnate” y personaje que no necesita apoyo económico, hace lo que hizo, debemos preguntarnos por qué lo hace y no descalificar su actuación. Debe ser una lección aprendida en política saber aquello que nos enseñó Bosch, quién y porqué lo dice, no solo lo que se dice, por ser lo más importante quién lo dice.

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