Una historia

Iniciando 2014 comparto con mis lectores una historia con la que el profesor Luis Manuel Matos, de George Washington University, gusta de comenzar sus cátedras. Un fallecido llega ante San Pedro, en las puertas del cielo, y éste lo recibe con un…

Iniciando 2014 comparto con mis lectores una historia con la que el profesor Luis Manuel Matos, de George Washington University, gusta de comenzar sus cátedras. Un fallecido llega ante San Pedro, en las puertas del cielo, y éste lo recibe con un “aquí han cambiado mucho las cosas; nos estamos globalizando. Ahora hasta se permite escoger entre ir a la gloria (señalando a su derecha) o al infierno (señalando  a su izquierda), y le damos 24 horas para que decidan. El recién llegado abre la puerta a la derecha (a la gloria) y observa florecidos sembradíos, clima agradable, mucha paz y tranquilidad. Hace lo mismo con la puerta de la izquierda (al infierno) y hay megadivas de peligrosas curvas en tangas diminutas, pimentosos merengues y un bacanal, en otras palabras. “Aquí es que voy”, dice nuestro personaje a San Pedro, quien le aconseja volver al otro día con una decisión más pensada. Sin embargo, al retornar 24 horas después, el nuevo inquilino del cielo no cambió de opinión. “P’allá es que voy”, le repitió al guardián de las llaves en las alturas. Al irse a la izquierda de nuevo, abre la puerta y esta vez encuentra todo totalmente diferente al del día anterior. Ahora no hay megadivas, música ni romerías. Todo está oscuro y/o en tinieblas, con telarañas pegadas a la pared y un zumbido lúgubre domina el ambiente. Pero nuestro personaje ya no podía dar marcha atrás, su decisión había sido tomada. “Qué pasó? Porqué todo cambió?”, preguntó a San Pedro, quien, sotorriéndose, le contestó: “Es que ayer estábamos en campaña electoral, igual que en el mundo terrenal”. Moraleja: En campaña se vive un mundo diferente, se ven y aprecian cosas que no son reales …y lo peor es que la gente se lo cree.

Encuestas

Lo cierto es que hay encuestas y “encuestas”. Estas últimas, hechas en gabinetes, acomodando numeritos y aplicando el baile que le gusta al mono: aquel motivado por la plata. Pero, ya no hay bobos, y en el país conocemos al cojo sentado y al ciego durmiendo. ¡Aaah!, y también leemos entrelíneas…

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