Entre los servidores públicos calificados se ha desatado un movimiento por ajustes salariales, liderado por la ADP. Ya antes sus similares de la UASD libraron su batalla exitosa. Generalmente, esa clase de reclamos se contagia. Ya los médicos están levantando una bandera similar. Ahora, los controladores aéreos, al servicio del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), han plantado demanda y amenazan con huelga. Reclaman el cien por ciento de aumento salarial.
Siempre vamos a estar a favor de la justicia social, pero los pedidos de los diferentes sectores tienen que ser sensatos. Está de moda el reclamo del cien por ciento. De la noche a la mañana hemos descubierto que los servidores sufren de un rezago y tiene que ser saldado de golpe. Eso puede ser riesgoso, porque la realidad es que el Estado no puede satisfacer demandas tan gruesas. Cien por ciento siempre va a ser exagerado.
Lo mismo computa para el método “de lucha”. La huelga es normalmente el último recurso de presión, que previamente puede incluir la “sensibilización”, diálogo, y si fuese necesario, “movilización”. Pero la línea es “aumento del cien por ciento o huelga general”. Un liderazgo responsable no puede actuar así. Por cierto, ya los maestros llamaron otra vez a un paro de 48 horas. Tememos por el año escolar, por los pobres estudiantes de la escuela pública. Y no es que los maestros no tengan sus razones, pero con su proceder pueden dañar sus propósitos mayores.
Los controladores aéreos quieren su cien por ciento. El director del IDAC ha dicho que un ajuste de ese calibre les elevaría el sueldo por encima del suyo. De todas formas, los ha invitado al diálogo. Y les pide un plazo. Una huelga de esos servidores siempre será peligrosa. Debe ser evitada. Pero el Estado no puede ser doblegado.
Una huelga no es un juego y no pueden andar convocándola sin siquiera dialogar, y menos los controladores aéreos.
