Una isla, dos pueblos

Recordando mis tiempos de estudiante en mi querido Higüey, provincia La Altagracia, se me hace necesario traer a colación algunas de las enseñanzas de aquellos tiempos y trasladarlas hasta la fecha de hoy, teniendo en cuenta, que para saber algo…

Recordando mis tiempos de estudiante en mi querido Higüey, provincia La Altagracia, se me hace necesario traer a colación algunas de las enseñanzas de aquellos tiempos y trasladarlas hasta la fecha de hoy, teniendo en cuenta, que para saber algo de historia no hay que vivirla, sino estudiarla.

Partiendo de este hecho, analizamos en este artículo los procesos históricos que se han desarrollado en esta isla, descritos desde diferentes escritores de orden nacional e internacional, y al hacer comparaciones históricas de esta llamada por Cristóbal Colón, la Isla Hispaniola.

La República Dominicana y la República de Haití, por casi doscientos años, o más específico, por 169 años, comparten la misma isla. Las primeras incursiones se produjeron en el siglo XV de franceses, ingleses, españoles y portugueses por medio del transporte marítimo. España fue la más audaz, y se convirtió de inmediato en el imperio que todos conocimos de entonces.

Los franceses rápidamente llegaron y formaron las famosas colonias en el siglo XVI, cuando los españoles conocieron la situación ya estaba todo consumado y era demasiado tarde para actuar.

Ya para el siglo XVII el Este y el Oeste de la isla se convierten parcialmente propiedad de España y Francia. Firmando el tratado de Ryswick el 20 de septiembre de 1697, Francia entregó varias de las posesiones que tenía ocupadas y que pertenecían al Imperio Germánico, de esa forma España recupera la Cataluña invadida por los franceses, y Francia obtuvo de España la parte occidental de esta isla de Santo Domingo, lo que hoy conocemos como Haití. Más tarde firmado el Tratado de Aranjuez el 3 de junio de 1777, en la localidad madrileña del mismo nombre, el conde de Floridablanca, en nombre de Carlos III de España y el marqués de Ossun, en representación de Luis XVI de Francia, en este tratado se definieron los límites de ambos territorios, basados en los tratados predeterminados de 1773 y 1776, para lo cual se hizo un mapa topográfico, límites que hasta el día de hoy se mantienen.

República Dominicana y Haití es la única isla en todo el mundo que cuenta con dos naciones soberanas en un mismo territorio, con culturas totalmente diferentes, distintas tradiciones e idiomas, y con todas esas diferencias de características.

Una nueva realidad se plantea en el escenario en las relaciones entre estos dos países, y como dominicano, debo anteponer mi nacionalidad, mi entrega, mi devoción a nuestro país, y darle un sentido histórico para poder entender la realidad de la situación social que dan entrada a diferente coyunturas que se presentan, y en ese sentido, cito el hecho de que la doctrina que se imparten en nuestras escuelas es que tuvimos una separación de Haití por causas de origen, por causa de que en nosotros existía vivo el sentimiento de libertad plasmado en el corazón de cada persona que vivía en la zona oriental de la isla.

Sin embargo, en las escuelas haitianas la doctrina del sentido de la historia se muestra desde otro punto de vista, se muestra como que nosotros los dominicanos le quitamos la parte más productiva de la isla, que nosotros les habíamos quitado sus riquezas, sus fuentes de subsistencia y sus fuentes de desarrollo, que nosotros nos habíamos atravesados en medio del desarrollo económico y social de ellos.

Nada es más falso que eso, lo delata el hecho de que mientras ellos eran colonia de Francia y nosotros éramos colonia Española, ellos gozaban de un desarrollo social y sobre todo económico mejor que el de nosotros, producían para venderle sus productos a Francia porque se les permitía exportar sus bienes, específicamente azúcar, mientras que nosotros no teníamos ese privilegio y nuestros colonizadores no nos permitían la exportación de ningún producto nuestro.

Teníamos la obligación de consumir nuestros productos sin tener la oportunidad de poder crear riquezas, y por ende, sin poder crear una clase social poderosa como lo hicieron nuestros vecinos haitianos.

Son muchas las cosas  que unen a ambas naciones. Después del terremoto del 12 de enero del año 2010, las relaciones en  la isla se han estrechado más y nosotros los dominicanos le hemos demostrado a Haití que somos sus verdaderos vecinos, y que siempre lo apoyaremos de manera social e institucional.

Traté de hacer un pequeño recuento histórico, antes de entrar a desarrollar mi preocupación principal, y es la situación que algunos interesados en dañar la buenas relaciones que mantienen ambos países en la actualidad, han provocado lo que hoy ya todos sabemos y conocemos y que no nos conviene seguir dándole larga, ya que por la situación antes mencionada en el vecino país necesitan de todas las ayudas y apoyo que todos podamos brindarles.

Haití tiene el derecho de comprarle y venderle a quienes ellos entiendan conveniente, la situación presentada nos afecta a todos, es necesario hacer coordinación y acuerdo comerciales más claro y estratégico sin desventaja para ninguno. Haití aún sigue sufriendo las consecuencias del terremoto, es un país donde no se crean suficientes fuentes de empleos para generar todas las divisas necesarias, pero también carecen de alimentos.

Es un país que vive de las ayudas de la Comunidad Internacional, carecen de seguridad, Fuerzas Armadas y otros servicios que caracterizan a los países de la región, no porque ellos no quieran, sino porque aún les hacen falta muchas cosas para lograrlo y si de algo deben estar claros los hermanos haitianos, es que nosotros les hemos brindado todo el apoyo incondicional necesario para su restablecimiento con todas la solidaridad que caracteriza el pueblo dominicano.

No podemos permitir que algunos sectores interesados dañen las buenas relaciones diplomáticas que hoy tenemos, pero tampoco permitir los dominicanos aceptar chantajes de ningún tipo. Debemos ver esta situación como una oportunidad de explorar y ubicar otros mercados, y develar el propósito de afectar el comercio, el turismo y la economía dominicana, eso no es diplomacia, es algo que debemos superar y que continúen las buenas relaciones.

En días pasados Haití ha declarado que lo que se busca es regular el comercio por impuesto dejado de percibir, y  que son más los productos dominicanos que los haitianos compran, que nosotros le compramos ellos, y es algo en lo que estoy totalmente de acuerdo, por los grandes beneficios que serían para ambas naciones, en esto momento donde nuestro presidente, en su campaña electoral en más de una ocasión lo dijo, y así lo ha demostrado, su equipo de gobierno lo sabe y se ha empeñado para que así sea, en la formalidad y transparencia de impuesto y recursos, y si esos recursos beneficiarán a ambos países, bienvenida la continuidad y el desarrollo económico de ambas naciones. Procuremos la armonía de la isla, que es lo que nos va a permitir competir con los demás mercados del área. ¡Manos a la obra! l

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