Una noche espléndida y emotiva

Los preciosos jardines de la casa del querido matrimonio Bisonó Cambiaso fueron testigo de un emotivo encuentro donde nos reunimos los que cumplíamos 56 años de graduados (promoción 1952-57).

Los preciosos jardines de la casa del querido matrimonio Bisonó Cambiaso fueron testigo de un emotivo encuentro donde nos reunimos los que cumplíamos 56 años de graduados (promoción 1952-57). El momento no pudo ser más agradable pues con algunos de ellos teníamos mucho tiempo sin vernos.

El encuentro empezó con una misa oficiada por el mismo sacerdote que ofició la reunión de los 50 años. Luego de la misa pasamos a un salón donde nos deleitó sobre manera un joven cantante con exquisita voz y un bonito timbre.

Dicho joven además de deleitarnos con preciosas canciones de música romántica también nos ofreció algunos merengues que permitieron que algunas de las parejas presentes también danzaran con sumo placer.

Luego en un gran gazebo de dicho jardín pasamos a cenar, cena esta que no pudo ser más espléndida y exquisita.

Quiero expresar por este medio mi gran complacencia por la reunión con esos apreciados compañeros de aulas, donde vivimos momentos de gratísimos recuerdos.

Estos recuerdos fueron con carácter jocoso y llenos de emotividad.  De lo jocoso puedo citar al amigo Ernesto Vicioso, al preguntarle qué estaba haciendo, respondió: “Yo estoy retirado pues desde que vi a Güin Moya con su camioneta cargando obreros a las 5 de la mañana desde ese momento yo me agoté y no he vuelto a dar un golpe”, cosa esta que no es cierto.

De los momentos emotivos cito la conversación con mi compañero de niñez Mon Cáceres donde recordamos nuestras viejas, afectuosas y profundas relaciones así como la amistad de su padre con el mío y con mis tíos.
 
La apreciada compañera de infancia Josefina Cáceres, esposa del querido compañero Juanillo Benito Zaragoza me recordó cariñosamente la poesía de “Los Claveles Rojos” de la cual recordé sus últimas estrofas como un colofón brillante a esta noche especial.

No tengo como expresar mi agradecimiento y felicitación a los queridos compadres Rafael y Carmencita, así como felicitar al querido amigo Zoilo Grullón por ser el artífice de contactar a tan queridos amigos.

“Al monte me volví… Salté los bancos.

Preñados iban de lágrimas mis ojos.

Allí vi una maceta de claveles blancos.

Los cogí, me volví a los campos.

A transformarlos en claveles rojos.

Al ver al amo, una nube cegó los ojos.

Mi cuchillo hundí en su pecho con hambre. Los claveles blancos empapé en su sangre. Y a mi moza llevé claveles rojos”.

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