Por fortuna, los grupos de presión, con armas inclusive, entraron al mes de agosto en un aparente receso. Su última actividad fue un peregrinaje sin impacto desde Salcedo, en justo reclamo de que se esclarezcan algunos asesinatos de jóvenes en esa ciudad.
La UASD escogió este período, tenido tradicionalmente como especie de “España boba”, para aumentar las tarifas académicas, y las protestas de los estudiantes terminaron con un saldo violento.
Agentes policiales se sublevaron en San Francisco de Macorís, en una acción insólita, única en la historia del país, y marcharon desde su cuartel hasta el palacio de justicia, donde “rescataron” un compañero acusado de asesinato.
La empresa que controla la comercialización del cemento aprovechó este período y le asestó un duro golpe a la industria de la construcción, con un consistente aumento a la funda de cien libras. Pro Consumidor no pudo impedirlo.
El pollo ya es historia. Los precios se dispararon y después de un largo escarceo entre Pro Consumidor y los productores, incluido “un día sin pollo”, la Nación los aceptó con resignación. Unas palabras del Presidente contribuyeron a ponerle punto final: es consecuencia de los aumentos internacionales de la soya y el maíz, provocados por la sequía en los EEUU.
Después de varias semanas de ensueño en la feria electoral, los combustibles han vuelto por sus fueros. Aumentos consecutivos de las gasolinas. Un panorama nada alentador nos despierta a la realidad.
Seguimos en el escándalo de los salamis. La denuncia de Pro Consumidor con la autoridad que le confiere la ley, más el aval de estudios realizados por dos instituciones del Estado, y el grito de los productores registrados.
Los gaseros renovaron sus demandas. Parece que han sido tranquilizados, por ahora. Y, para saludar agosto, la prohibición de la importación de pacas.
Un período muy movido para una transición de partido a partido, con sus líderes en plena armonía. Por fortuna, no hemos visto los escándalos del gobierno que se va.
