Uvilla y El Jobo

Un mensaje en Facebook, colgado por mi amiga María Altagracia Suero me ha inspirado a escribir esta columna. María Altagracia es una mujer entregada a su comunidad que por décadas ha dirigido los núcleos de varias comunidades organizados en Promoción

Un mensaje en Facebook, colgado por mi amiga María Altagracia Suero me ha inspirado a escribir esta columna. María Altagracia es una mujer entregada a su comunidad que por décadas ha dirigido los núcleos de varias comunidades organizados en Promoción de la Mujer del Sur 89PROMUS). Es una batalladora incansable que siempre ha dado la cara ante los problemas que vive su gente. Cuenta María Altagracia que aproximarse en estos momentos de estiaje a las orillas del Yaque del Sur y verlo tan manso, sereno y durmiendo, inspira a cualquiera a trabajar en su cauce. Y es verdad. Piensa esta mujer en los tiempos en que el Yaque es una especie de “mansa paloma”, para después ver pasar algunos meses, entrar al mes de junio, con todo y temporada ciclónica, para verlo convertirse en un monstruo, una fiera capaz de arrancar todo lo que se coloque por su paso. Experiencias vividas hay de más y ella apela a las autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) para que aprovechen ahora y “atrapen al monstruo durmiendo”. Y piensa más en El Jobo y Uvilla,  comunidades del municipio de Tamayo que hasta ahora son las que resultan más afectadas con la crecida de este importante río, que como paradoja de la vida es la fuente de sustento de esos dos poblados. Con la construcción del muro de protección a Tamayo, obra todavía inconclusa, las aguas atacan con más fuerzas a El Jobo y Uvilla. Por eso es que María Altagracia quiere que las autoridades vayan por la zona. Se queja de que estos pueblos del Sur no tienen padrinos, pero apela a las organizaciones de la comunidad para iniciar un movimiento que llame la atención de los funcionarios con conocimientos de causa. Viajando hacia el Sur  se puede palpar el trabajo intenso que realiza el Gobierno en el dragado del río Ocoa a la altura de Los Pilones, entre el Cruce de San José de Ocoa y la comunidad de Boquerón. En ese punto con las crecidas de ese río se cortan los aproches del puente y se daña el tránsito hacia el Sur Profundo. Ese es un buen ejemplo que debe reproducirse en Uvilla y El Jobo de Tamayo. Tomar medidas preventivas es de sabios y en estas comunidades quieren ver reproducida esa sabiduría siendo tomados en cuenta.  ¿Verdad, María Altagracia?

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