Valores perdidos

Con frecuencia leo y escucho el lamento de muchos por la pérdida de valores que acusa nuestra sociedad de hoy.

Con frecuencia leo y escucho el lamento de muchos por la pérdida de valores que acusa nuestra sociedad de hoy. A veces he creído que se exagera un poco, pero ante la realidad de algunos hechos, debo dar la razón a quienes estiman que la colectividad de estos tiempos se resiente en su valoración y estima con una buena parte de los acontecimientos de la cotidianidad, y como ejemplos, creo que bastaría citar apenas dos acontecimientos de las últimas horas: La actitud de los profesores agrupados en la ADP en su exigencia irracional y desproporcionada de aumento salarial y la “jubilosa” caravana por todo San Pedro de Macorís que encabezó “el cantante” Vakeró al salir de prisión luego de pagar una fianza benigna. Lo de los profesores es una actitud recurrente, que hay quienes dicen tiene sus matices políticos, y que, en verdad, disfraza la holgazanería de una gran parte de “los educadores” en cuyas manos tenemos la formación de nuestros hijos. Es cierto que hay profesores que ganan salarios de miseria, pero su reclamo de aumentos de sueldos de un 100 por ciento carece de delicadeza y prudencia, amén de que comparto los criterios de los que entienden que una buena mayoría de los que imparten docencia en las escuelas públicas no resisten someterse a una seria evaluación de desempeño. Además, muchos de los que impulsaron las jornadas en reclamo del 4 por ciento del PIB para la educación, jamás se imaginaron que estaban siendo utilizados de condones para sustentar reclamos de vagos, incapaces y oportunistas. En el caso de Vakeró, si alguien siquiera pudiera justificar los motivos que tuvo ese individuo para salir de prisión como lo hizo, tal si fuera un héroe o un líder llevado a la cárcel por ideas y/o principios, tal vez vería razones en que un sujeto puesto tras las rejas por legítima sospecha de golpear a una mujer sea exaltado de tal forma. Estos dos acontecimientos, entre otros tantos, evidencian que hay la imperiosidad necesidad de revisar actitudes, de buscar mejor formación para las nuevas generaciones, pero sobretodo, de ponernos de pie frente a los coros mediáticos que elevan a falsos ídolos. Así mismito…

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