La vanidad en las compras de Navidad

En Navidad, sobre todo, ya no saben qué inventar para atraparnos como clientes. Elevan nuestro ego y nos hacen sentir importantes. ¡Ay, la alabanza, qué agradable resulta escucharla!

En Navidad, sobre todo, ya no saben qué inventar para atraparnos como clientes. Elevan nuestro ego y nos hacen sentir importantes. ¡Ay, la alabanza, qué agradable resulta escucharla! “Usted ha sido elegido miembro distinguido de nuestra familia hotelera, le tenemos una excelente oferta de fin de año”, me escribió alguien la semana pasada. Y, la verdad, no conocía el hotel y mucho menos a la persona que firmó la carta. ¿Qué hice para merecer tal ganga? ¿Dónde consiguieron mis datos?

Y ni hablar de las tarjetas de crédito que los bancos prácticamente nos obligan a adquirir. De repente suena el teléfono y una dominicana, con acento extranjero, nos dice: “Usted es un buen cliente, por ello le ofrecemos una tarjeta de crédito con las mejores condiciones del mercado para que inicie el 2017 en grande; es más, no se moleste, la enviamos a su casa”.

Y ni oportunidad tenemos de contestarle a la coqueta damita, salvo algunos datos personales que nos “saca” sin darnos cuenta. Y casi de inmediato llega un mensajero, el cual nos señala: “Firme aquí y muchas gracias”. Al final nos quedamos bobos, sin saber qué hacer con el bendito plástico.

Hace días visité un centro comercial para comprar regalos para mis hijos y sobrinos, nada para mí; entonces una sofisticada vendedora me enseñó una extrañísima camisa y me dijo que con ella puesta parecería un actor de cine y que me vería bien con ella el 31 de diciembre.

Como lo expresó en voz alta, algunos clientes me miraron esperando mi decisión. Por vergüenza tuve que comprarla. Al momento de pagar me indicaron que la prenda de vestir costaba RD$3,050, pero que por ser a mí la dejarían en RD$2,775, como si me conocieran o significara algo para ellos.

Bueno, aunque sé que a los mortales nos agrada la lisonja, supongo que los elogios no necesariamente son bien recibidos si se lanzan para manipular nuestros deseos y para vaciar nuestros bolsillos, esto siempre y cuando nos percatemos de que nos quieren engatusar, lo que no siempre resulta evidente.

Evitemos el consumismo en Navidad, que el mundo no se acaba con el año, que luego nos arrepentimos de lo que hicimos, pero nos percatamos cuando ya tenemos la soga al cuello. Gastar en cosas superfluas es absurdo, es un irrespeto a nuestras familias que de seguro tienen necesidades que merecen atención y recursos.

Antes de ir de tiendas, pensemos en lo que falta en la casa. Es asunto de prioridades. No nos pasemos de contentos comprando lo que no necesitamos, aunque en los comercios nos digan que sin eso que nos ofrecen no podremos vivir.

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