Violencia dictatorial

La dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina (1930-1961) terminó  como comenzó: con violencia.

La dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina (1930-1961) terminó  como comenzó: con violencia. Para llegar al poder ejecutó un  plan  represivo que le permitió ser declarado ganador de las elecciones del 16 de mayo de 1930, sin la participación de la oposición política y una Junta Central Electoral sin condiciones para arbitrar unos comicios democráticos. Por su condición  de exjefe del Ejército Nacional, pudo involucrar a los militares en su campaña  proselitista. Había renunciado al cargo  militar para ser candidato presidencial en los primeros comicios tras el golpe  que derrocó al presidente Horacio Vásquez, con el apoyo del movimiento golpista del  23 de febrero de 1930.

Durante el mes de abril y los primeros días de mayo de 1930, militares que seguían a Trujillo, participaron en actos de represión contra los adversarios. En esa circunstancia, la Alianza Nacional Progresista, que llevaba el binomio Federico Velásquez-Ángel Morales, se retiró  el 15 de mayo del proceso electoral por considerar que en el país no había garantías para ejercer el voto libremente. Los miembros de la JCE renunciaron a sus funciones el 7 de mayo de 1930.

Fueron sustituidos por personas que simpatizaban con la candidatura de Trujillo.
El 16 de mayo de 1930, en un ambiente marcado por el miedo, se celebraron las elecciones solo con la participación del binomio Trujillo Molina-Rafael Estrella Ureña. Fueron declarados ganadores de los comicios con un 45% de los  inscritos en el padrón de la JCE.

Los dos eran aliados desde que se unieron en la conspiración que terminó con el Gobierno del presidente Horacio Vásquez, quien los consideraba como hombres de su confianza. En la Presidencia, Trujillo  se convirtió en un dictador y creó las condiciones para sacar del escenario a Estrella Ureña. Con sus prácticas, estimuló  el culto a la personalidad.

La represión  no fue óbice para que  los alabarderos del régimen difundieran la idea de que con Trujillo comenzó una nueva “Era”, la del patriotismo, el progreso y el trabajo. El nuevo régimen fue un paraíso para los alabarderos y practicantes de la intolerancia. Joaquín Balaguer,  uno de los funcionarios públicos de mayor trascendencia en el régimen, sostuvo el criterio de que toda la intelectualidad dominicana, la que ya empezaba a declinar en 1930 y la que iniciaba su vida pública, es culpable de haber adulado en demasía a aquel hombre de hierro que dominó, con poder absoluto, todo ese ciclo de la historia dominicana.

Se impuso con violencia el 16 de mayo de 1930. Y el 30 de mayo de 1961 Trujillo fue asesinado cuando iba en ruta a  su natal San Cristóbal. Terminó como comenzó: con violencia.

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