Vivir amando muchos años después…

Cuando se conoce a una persona del sexo opuesto, y de repente se da que existe una atracción que va más allá de una simple amistad, una empatía especial, una seducción natural, sin forzar… la ilusión de querer estar juntos para toda la vida…

Cuando se conoce a una persona del sexo opuesto, y de repente se da que existe una atracción que va más allá de una simple amistad, una empatía especial, una seducción natural, sin forzar… la ilusión de querer estar juntos para toda la vida nace y se hace lo imposible por estar juntos.

En los primeros años del enamoramiento todo es perfecto (o casi). No importa que no se tenga una casa propia, un ingreso “sustancioso” o que no se tenga un vehículo; lo importante es tener a la “media naranja” a nuestro lado. Esto, probablemente, se debe a que la pasión está “recién estrenada”.

Enamorarse provoca en la personas muchas sensaciones. Según estudios, este estado emocional hace que el corazón tenga 130 pulsaciones por minuto, que suba la presión arterial, que aumente la capacidad muscular y hasta genere más glóbulos rojos, lo cual mejora el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea. En fin, somos más felices.

Pero con el tiempo, cuando la pareja está afianzada, que llegan los hijos (y que luego se van) y se acostumbran uno al otro, algo pasa que el “embrujo” del amor se apaga. Merma el interés, las atenciones no son las mismas; y aunque vivan juntos, es como estar solos en compañía.

Ante esta situación, muchos matrimonios de hoy en día, no duran 10 años. Prefieren tirar la toalla ante cualquier “batalla”. Un ejemplo de esto son los datos recopilados en el informe Dominicana en Cifras 2013, elaborado por la Oficina Nacional de Estadísticas, ONE, donde registra que en la República Dominicana existe un promedio de más de 17 mil separaciones cada año.

A pesar de esto, existe una gran mayoría que permanecen juntos. Se resisten a vivir solos, aunque “ya no sea lo mismo” se quedan junto a la persona que le hizo dar el “¡Sí!” ante el altar.

Te preguntarás, ¿a qué se debe que a pesar de no sentir lo mismo siguen juntos? Bueno… según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de San Francisco, se debe a que han sabido manejar la ira o guardar silencio para evitar temas que creen conflicto entre la pareja. Pero esto no quiere decir que te tengas que hacer “de la vista gorda”. El punto es no discutir por tonterías, sino buscar soluciones y consensos, igual a lo que hacen las parejas maduras, quienes prefieren evitar que se desate la “tercera Guerra Mundial”.

Luego de 20, 30 o 40 años de casados, las parejas han aprendido a manejar sus conflictos, sin caer en el resentimiento “embotellado”. Sin embargo, también traen como consecuencia que se olviden los detalles para mantener viva la “llama de la pasión”.

¡Qué viva el amor!

Con relación al tema, la terapeuta de pareja, Mirtha de León, comenta que llevar una vida sexual y emocional sana es vital para que la relación no muera.

“Hay que esforzarse por mantener vivo todo aquello que los unió. No se debe olvidar el juego sexual, los inventos, la espontaneidad y el deseo de simplemente agradar al ser querido”, comenta De León, quien asegura que esa es la mejor manera de vivir en un noviazgo eterno.

Para prevenir el distanciamiento, luego de tantos años de convivencia la terapeuta recomienda dar el todo por el todo. “Dar al otro lo que te gustaría que te dieran a ti, comunicar tus necesidades, decir lo que te disgusta y no callar tus sentimientos”, agrega.

¿Qué hacer? Pues salir por lo menos una vez a la semana (sin los hijos), ya sea a la playa, al cine o cenar fuera de la casa, hará que vuelvan a los inicios, cuando se sentía mariposas en el estómago.

“Fantasear en pareja e irse de vacaciones (como una segunda luna de miel) son cosas que mejoran la relación”, dice.

Otros aspectos a reforzar, según la experta, es la comunicación asertiva, mantener la complicidad, el compromiso y el respeto, sin perder la individualidad.

La intimidad es lo primero que se afecta cuando la pareja tiene problemas. Por eso, De León recomienda que cada miembro debe aprender a comunicar sus necesidades sexuales a su pareja de una manera tranquila y abierta, sin exigencias, mecanismos de defensa, sentimientos de vergüenza, culpabilidad, ni temor al rechazo, sin que ninguno de los dos, deje de asumir el papel de proveedor de placer mutuo, viviendo sus propias sensaciones y experiencias sexuales.

Es posible llegar al final de la vida acompañado y enamorado, como el primer día. El éxito radica en aceptar al otro como es, ceder y aprender a recorrer el camino juntos.

La pasión se transforma

“A medida que la relación de pareja se alarga, la pasión empieza a cambiar. Con el tiempo se va calmando y convirtiendo en un amor profundo. Se van disolviendo las emociones fuertes, el éxtasis, el anhelo desmedido y el pensamiento obsesivo”, describe De León, quien asegura que las parejas que pasan tiempo mirándose y acariciándose, la pasión se transforma en sentimientos de seguridad y comodidad, en una sensación de calma, en una unión satisfactoria y feliz con la pareja cuya vida está estrechamente entrelazada con la del otro.

“El contacto constante hace que nos sintamos más cercanos, y por ende, más felices y deseosos de hacer feliz a nuestra pareja”, concluye Mirtha de León.

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