La universidad dominicana y los rankings internacionales

La globalización ha traído consigo la necesidad de establecer criterios de comparación que permitan clasificar y jerarquizar, a nivel mundial, a países y a instituciones.

La globalización ha traído consigo la necesidad de establecer criterios de comparación que permitan clasificar y jerarquizar, a nivel mundial, a países y a instituciones. Las universidades no han escapado a esta tendencia. Desde hace varios años han surgido diferentes sistemas de comparación que permiten identificar cuáles son las universidades que, de conformidad a la metodología y a los criterios e indicadores seleccionados, son consideradas las mejores a nivel internacional.  La República Dominicana en este ranking, como en muchos otros, no llega ni siquiera a clasificar.

Dos de los sistemas de clasificación y jerarquización más conocidos son el Shangai Ranking y el Times Higher Education World University Ranking.  A título de ilustración vamos a descibir los criterios e indicadores de este último para analizar la situación de nuestras universidades. Este sistema evalúa cinco áreas: 1) ambiente de enseñanza, 2) la investigación, 3) el impacto de las investigaciones, 4) los ingresos provenientes de la industria por concepto de innovaciones y 5) la internacionalización. Utiliza trece indicadores para medir estos criterios: 1) reputación de la enseñanza impartida, medida por una encuesta de opinión a nivel mundial, 2) la proporción de doctores en relación al número total de profesores, 3) número de estudiantes por profesores, 4) la proporción de doctores graduados en la institución en relación al número de licenciados graduados, 5) los ingresos de la institución en relación al número de profesores, 6) la reputación de la institución por sus producciones científicas medida por una encuesta a nivel mundial entre pares investigadores, 7) los ingresos por concepto de investigación por profesor, 8) la cantidad de artículos en revistas indexadas en relación al número de profesores, 9) la citación de los artículos publicados, 10) la proporción de estudiantes extranjeros en relación a la población estudiantil, 11) la proporción de profesores extranjeros en relación a los profesores nacionales, 12) artículos publicados conjuntamente con autores extranjeros en relación al número total de artículos y 13) los ingresos provenientes de las industrias por concepto de innovación fruto de acciones de la universidad.

Cuando analizamos el sistema de educación superior dominicano en relación a estos criterios se observa que ninguna universidad dominicana ofrece programas de doctorados propios. La ausencia de programas de doctorados y la baja proporción de profesores con grado de doctores (menos a un 3%) se refleja en un bajo nivel de investigación como lo indican la práctica ausencia de artículos resultados de investigaciones en revistas indexadas.

Si a esto se añade que en promedio sólo cerca del 10% de los profesores son profesores a tiempo completo, comparado con más de un 90% en las universidades que están en la cima en estos sistemas de jerarquización, no debe sorprender que nuestras instituciones no entren en estos sistemas de comparación internacional.

Estos sistemas, evidentemente, están diseñados para comparar instituciones de clase mundial.

Si nuestro país quiere competir, en materia de educación superior a nivel internacional, tiene que prestar atención a estas comparaciones y diseñar las políticas y los sistemas que propicien que alguna de nuestras universidades sea capaz de desarrollarse hasta convertirse en una institución de clase mundial.  
El número de universidades de un país que tiene estas características es siempre una minoría. Sólo dos por ciento de las instituciones de educación superior latinoamericanas y 3.5% de las norteamericanas cumplen con los requisitos mínimos para este tipo de evaluación.

Los sistemas de educación superior deben componerse de diferentes tipos de instituciones cada una de ellas cumpliendo papeles importantes y esenciales para el desarrollo del país.

Para cada uno de esos tipos de instituciones se deben establecer los estándares de calidad que les permitan cumplir con sus funciones. Es importante que se tenga bien establecida esta tipología así como los criterios para evaluarlos y clasificarlos.

Es un error utilizar criterios de evaluación y clasificación de un tipo de instituciones para evaluar y clasificar otro.
Los diferentes estudios realizados en nuestro país señalan la necesidad de diversificar más nuestro sistema de educación superior.

Se hace necesario que algunas universidades se desarrollen al punto de poder competir a nivel internacional con los criterios antes señalados, pero también es imprescindible desarrollar más ampliamente instituciones de educación superior de calidad que tengan como propósito fundamental preparar el capital humano en la cantidad y la calidad que se requerirán para que los objetivos establecidos en la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) sean alcanzables.

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