Partidos y representación política

Los partidos políticos son las instituciones del sistema político con menor nivel de confianza en nuestro país. Esta confianza sufre una erosión creciente en la medida en que su accionar se aleja de las expectativas y necesidades de la gente.…

Los partidos políticos son las instituciones del sistema político con menor nivel de confianza en nuestro país. Esta confianza sufre una erosión creciente en la medida en que su accionar se aleja de las expectativas y necesidades de la gente. Su vocación puramente electoral los distrae del ejercicio de otras funciones fundamentales vinculadas a una efectiva representación de la ciudadanía. Las organizaciones partidarias han dejado de ser instancia de intermediación entre el Estado y la sociedad y han renunciado a su rol de instituciones que promueven procesos de formación cívico-política. Esto ha propiciado una crisis de representatividad del sistema de partidos.

Los partidos políticos tienen el reto de mejorar la calidad de la representación. Para Andrea Costafreda, estas organizaciones “han de ser capaces de articular intereses alrededor de un programa con ejes bien definidos, que orienten la acción de gobierno o de oposición y sobre los que se puedan exigir futuras responsabilidades política”. Una vez en el poder, las organizaciones partidarias deben ser capaces de guiar sus actuaciones “al interés general y mantenerla en los términos del contrato político establecido con el electorado y así alejarlos de los intereses particulares”. Esto plantea la necesidad de pasar de partidos “asépticos”, simplemente diferenciados por color y símbolo, a ser organizaciones con una identidad programática e ideológica claramente definida.

Para logar lo anterior es necesario cambiar la razón que garantiza la lealtad partidista de los ciudadanos. Es decir, pasar de un tipo de lealtad de orden asistencialista-clientelar, como existe actualmente, a una basada en la identificación con los principios y programa del partido. Esta sería una manera de evitar las prácticas de corrupción asociadas a los excesivos gastos de los políticos en las campañas electorales de tipo clientelista. Por otro lado, no es posible que los partidos ganen confianza si no son capaces de mejorar su funcionamiento interno asociado al fortalecimiento de su democracia y a las prácticas institucionalizadas de transparencia. 

Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. Por tal razón, es necesario emplearse a fondo en su fortalecimiento y democratización. La ley de partidos ayudará en esta dirección, pero insistimos en que este instrumento legal no es suficiente por sí solo. Se requiere de un firme compromiso de las y los líderes políticos en la promoción de un cambio en la cultura política predominante en el país. De no ser así, se seguirá generando un amplio desencanto no solo con los partidos, sino con la política, que es la esfera desde la cual se pueden enfrentar los grandes males que padece el país.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas