¿Por qué la Semana Santa es la Semana Mayor?

La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: la Semana Mayor la debemos dedicar a la oración…

La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: la Semana Mayor la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.

Pero, ¿cuál es la importancia de conmemorar el hecho más trascendental en la historia de la humanidad? La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Inicia el Domingo de Ramos y finaliza el Sábado Santo, aunque su celebración suele iniciarse hoy en varios lugares (Viernes de Dolores).

La fecha de la celebración es variable (entre marzo y abril, según el año) ya que depende del calendario lunar. La Semana Santa va precedida por la Cuaresma.
El director de la Escuela Salesiana Sagrado Corazón de Jesús, padre Carlos Patiño SDB, expresa que da pena que muchas personas no viven este tiempo como es debido, sino que ocupan sus mentes en playas, discotecas y otras cosas. “Yo invito a la población a reflexionar, a usar este tiempo para mejorar su intimidad con Jesús, dar el testimonio de cristianos, porque es la fecha más importante para nuestra fe”, dijo el sacerdote salesiano.

Lo que significa cada día

Domingo de Ramos. La celebración de este día tiene dos partes: la Procesión con los Ramos y la Eucaristía. El color que identifica a los sacerdotes este día es el rojo, que representa a Jesús como rey en su entrada triunfal a Jerusalén. Al comienzo de la celebración, el padre viste el procesional (con capa pluvial), da la bienvenida y proclama el Evangelio de la entrada triunfal a Jerusalén. A continuación, se bendicen las palmas y ramas de olivo que llevan en sus manos los fieles. Una vez esto es realizado, se da inicio a la peregrinación. Al llegar al templo, el celebrante se despoja de la capa, y al acercarse al altar se coloca la casulla roja, vestimenta propia de la Eucaristía. A continuación, tienen lugar las lecturas correspondientes al Domingo de Ramos, todas ellas, tanto las dos lecturas como el Evangelio y el Salmo, están centradas en la Pasión del Señor.

Triduo Pascual. Es el período de tiempo en el que la liturgia cristiana y católica conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús, y constituye el momento central del año litúrgico. Comprende los días del jueves al sábado.

Jueves Santo. Es conocido como el Día del Sacerdote, pues se conmemora la institución de la Eucaristía, con la Última Cena. En la mañana podemos asistir a la misa de la bendición de los Óleos o Misa Crismal, realizada por el Cardenal. Esta celebración recibe el nombre de “La Cena del Señor”. En ella se canta el “Gloria” con solemnidad. Por esto, mientras se entona este himno, se hacen sonar las campanas, que ya no se vuelven a escuchar hasta el “Gloria” de la Vigilia Pascual. Luego de la homilía, el celebrante simboliza y rememora el lavatorio de los pies.

Una vez concluida la Misa del Jueves Santo, se procede a reservar el Santísimo Sacramento y se despoja el altar en el cual se ha celebrado. Conviene que las cruces y santos que haya en el templo se cubran con un velo de color oscuro o violeta.

Viernes Santo. Es día de penitencia, obligatorio para toda la Iglesia Católica, y por tanto hay que guardar abstinencia y ayuno. Este día no hacen misa. Tiene lugar una celebración sencilla, sobria, centrada en la muerte del Señor Jesús. Su estructura está bien pensada, aparece equilibrada, con proporción entre la dimensión de escucha de la Palabra de Dios y la acción simbólica de la adoración de la Cruz y su veneración con el beso personal de todos. Lo importante es saber captar su dinámica y aprovechar espiritualmente toda su fuerza de celebración en sí misma.

Su estructura es la siguiente: No hay canto de entrada. Entra el sacerdote con sus ministros, vestidos con sotanas de color rojo, porque celebramos la muerte martirial de Cristo. El misal indica que el sacerdote, después de hacer la reverencia al altar, se postra en el suelo o se arrodilla.

El reverendo Carlos Patiño, manifiesta que la muerte en cruz posee un significado especial porque tiene elementos horizontales y verticales, que representan lo humano y lo divino: “Antes, solo a los ladrones se les daba muerte en cruz; luego de la crucifixión de Jesús, este se redime y se convierte en símbolo de Salvación”, añade el religioso.

Un factor peculiar de esta liturgia es la Oración Universal, con la que se ruega por diversas categorías de personas, entre las que podemos destacar a los creyentes, los ateos, los judíos, el Papa, entre otros.

Después, tiene lugar la veneración del Árbol de la Cruz, en la cual éste se descubre en tres etapas. Es el crucifijo para la veneración de todos. El sacerdote celebrante va a los pies del templo junto a dos monaguillos que portan cirios. Avanza con la cruz tapada por una tela oscura o roja, la va destapando mientras canta en cada etapa la siguiente aclamación: «Mirad el Árbol de la Cruz, donde estuvo clavado el Salvador del Mundo». Responden los fieles y el coro: «Venid a adorarlo», de modo que al llegar al Altar queda totalmente descubierta. Luego, se canta «La Paz», se reviste la cruz nueva vez y continúan los ritos de la Comunión.

Sábado Santo. Celebramos la Vigilia Pascual. En ella, la Iglesia Católica realiza una liturgia muy especial, lo hace con alegría y máxima solemnidad.
Los sacerdotes y diáconos están revestidos de ornamentos blancos, señal de júbilo por la Resurrección del Señor. Empiezan los oficios con el templo a oscuras, encendiéndose y bendiciéndose una fogata, en un lugar fuera del santuario. De ese fuego se enciende el Cirio Pascual, una vela enorme que simboliza a Cristo Resucitado. Acto seguido, se inicia la procesión del sacerdote y los ministros, mientras los fieles que esperan dentro del Templo encienden su propia vela de la llama del Cirio. El celebrante se detiene en tres oportunidades para cantar: «Luz de Cristo», a lo que los fieles responden: “Demos gracias a Dios”.

O el sacerdote o un cantor entona el Pregón Pascual, antiguo himno alusivo a la noche de Pascua que proclama la gloria de la Resurrección de Cristo. Luego, continúa con la Liturgia de la Palabra, proclaman siete relatos del Antiguo Testamento alusivos al plan de la Salvación del pueblo. Terminado el «Gloria», el celebrante reza la Oración colecta, procede a la lectura de un fragmento de la Epístola del Apóstol San Pablo. Tras esta lectura y previo al Evangelio, se entona de manera solemne el “Aleluya”, con su salmo respectivo. Después, procede la Liturgia Bautismal, durante la cual se administra el Bautismo a los nuevos cristianos de ese año y se cantan las Letanías de los Santos. Al concluir la celebración, el celebrante felicita a los presentes por la Pascua de Resurrección.

El domingo de Resurrección o de Pascua. Es un día importante para los católicos, ya que con la Resurrección es cuando adquiere sentido toda su religión. Se celebra la misa dominical donde se recuerda este pasaje bíblico. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo. 

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