La complicidad

Es generalizado en el país el comportamiento cómplice por omisión, silencio o complacencia. Esa conducta va de un extremo a otro, de forma tal que no se exagera si se afirma que predomina una complicidad social dañina, revestida de una falsa solidarid

Es generalizado en el país el comportamiento cómplice por omisión, silencio o complacencia. Esa conducta va de un extremo a otro, de forma tal que no se exagera si se afirma que predomina una complicidad social dañina, revestida de una falsa solidaridad.Esa complicidad comienza en la familia. La violencia intrafamiliar, que va de lo verbal a las vías de hecho, es una pandemia, pero se queda entre casa, y puede terminar como cultivo de tragedia. En nombre de la familia y de una hermandad mal entendida, se ocultan agresiones, golpes y heridas.

Esa complicidad está también extendida en los centros laborales, pequeños y grandes. Hay malos empleados que incumplen sus obligaciones, sea faltando, llegando tarde o hasta sustrayendo lo que no les corresponde. Sus compañeros generalmente guardan silencio. Es una complicidad que entra en conflicto con la Ley. No hay ética que salve la complicidad entre compañeros de trabajo.

Hay complicidad perversa en los grupos societarios. Instituciones de la sociedad civil. Sean de trabajadores, Ong, o de cualquier género. Hay compañeros que malgastan recursos que deben ir a las personas, y sus compañeros tienden a encubrirlos.

Hay también complicidad social en la conducta de los vecinos. Encubren a quienes se roban la luz o el cable, o al tipo de la disco light que escandaliza el barrio de noche y de día. Nadie llama al 911 o a la Policía. En estos casos la complicidad está vinculada al miedo.

En fin, que convivimos con una actitud de encubrimiento de las malas conductas, con el agravante de que quienes se atreven a enfrentar esos comportamientos suelen ser mal vistos y señalados como “calieses”.

La última expresión de esa solidaridad mal entendida la acabamos de observar en una parte de los vecinos de Boca Chica ante el comportamiento barbárico de los choferes sindicalizados que aterrorizaron al autobús lleno de escolares.

Cuando han visto que la Fiscalía de Santo Domingo los va a someter por sus actos, al margen de la Ley, dicen que son “hombres pacíficos dedicados a su trabajo”.

Hasta que no rompamos con esa forma de ser, difícilmente tendremos una sociedad mejor.

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