Una sociedad que necesita ser curada

La sociedad dominicana da muestras de padecer profundos males, patentizando que su tejido medular está enfermo. No se puede seguir ignorando, lo que a todas luces se manifiesta. La endémica permisividad nacional se resiente y la cultura…

La sociedad dominicana da muestras de padecer profundos males, patentizando que su tejido medular está enfermo. No se puede seguir ignorando, lo que a todas luces se manifiesta.

La endémica permisividad nacional se resiente y la cultura de cerrar los ojos o el “ni, puallá vuá’mirá”, explota ante nuestra cotidianidad. La escuela no es el lugar para la educación que los niños deben recibir del hogar, aunque refuerce valores y principios que matizan el seno familiar.

Las redes sociales dan a conocer, con muestras irrebatibles, lo que todo el mundo sabe y comenta, pero que no se aborda hasta hacer crisis.

Fue necesario que un alumno filmara la brutal agresión que un varón compañero de clases, mayor de edad por cierto, ejerciera sobre una niña de 15 años cuya “culpa” fue la de defenderse verbalmente del epíteto de “hije’perra”, para recibir una brutal pescozada, que resuena en toda la sociedad nacional con eco más allá, con “llaves” aplicadas y otros.

Acto salvaje y cobarde que provocó indignación colectiva y rechazo general. La maestra asumió una actitud muy pasiva, pero esto refleja el temor de disciplinar que tienen los educadores, desautorizados por padres, directores y autoridades, todo en nombre de una “sicología pedagógica” fracasada.

La conocida violencia en las escuelas y aún en colegios, es señal antesdatada de que seguimos acentuando la características de la sociedad del futuro: agresividad, violencia, intolerancia. Los femenicidios, consecuencia del machismo ancestral y de la cultura del “mía o de nadie”, se acentúa con acciones sin consecuencias, en las etapas tempranas de los varones.

La violencia, la agresividad y el atropello, ya son signos de dominicanidad, que lejos de enfrentar, eludimos.

Escuelas donde ha habido que involucrar a fiscales, tratando de cortar el mal, cuando aún es posible, que no cuentan con el apoyo necesario de padres y autoridades. Pobre del maestro o director que actúa con rectitud y valentía y enfrenta los brotes de violencia o, mejor aún, los prevé.

La agresión común es la de padres contra maestros que se atreven a denunciar actos inaceptables. Las pandillas son un verdadero problema dentro de las escuelas con padres que no quieren mirar que sus “angelitos” muestran tendencias delincuenciales y arremeten contra maestros, “que les coge con la criatura”.

El sancionado es el maestro, porque se atrevió…
Fue “necesario” el suicidio de un arquitecto desesperado, dentro de un baño de la OISOE para dirigir las miradas al interior de esa entidad.

El asesinato de dos comunicadores hizo que “reventara” el “nacío” lleno de pus y podredumbre, dentro del CEA.

El hecho insólito del asesinato de un síndico, sacudió las entrañas de esta sociedad. ¿Es necesario que se llegue a extremos para investigar, para actuar, para corregir? ¿Seguiremos haciéndonos los “chivos locos”, mientras se nos desmorona la sociedad? l

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