Las estadísticas son registros numéricos generalmente fríos y en ocasiones aislados, que si no son comparados o analizados a profundidad, aportan poca utilidad. Sin embargo, cuando se analizan arrojan suficiente material para reflexión y para trazar políticas públicas a largo plazo y tomar decisiones en períodos cortos.Las cifras confeccionadas por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) en torno a los nacimientos de bebés en el país durante el año 2015 muestran un panorama preocupante en torno a la familia, la principal institución de la sociedad.
Según los registros de la ONE, el 89 por ciento de los niños nacidos y registrados en las oficialías del Estado Civil en el año 2015 son hijos de madres solteras y apenas un 10 por ciento de los bebés correspondía a madres casadas al momento de dar a luz.
Esas cifras, que en valores absolutos representaban 128,211 bebés nacidos hijos de madres solteras y 15,427 de madres casadas al momento de alumbrar, pintan un escenario de debilidad familiar para los niños incluidos en el 89%, para los que el futuro proyecta un escenario poco promisorio. Nacer, crecer y desarrollarse solo bajo el cuidado y orientación de la madre no es la mejor opción, aun en el remoto caso de que el padre biológico haga algún aporte económico, voluntariamente o forzado por la ley.
El hogar, visto fuera del concepto habitacional, debe estar integrado por la pareja procreadora y sus hijos, para dar paso a la familia. Padre y madre deben ser los formadores de sus hijos, los responsables directos de lo que sean en el futuro. Es una tarea compartida.
Ahora se teoriza mucho sobre las razones que generan el auge de la violencia doméstica y criminal, y hay quienes asocian el fenómeno a la desintegración familiar, a la pérdida o falta de valores que se inculcan y enseñan en el hogar.
Si es así, las cifras de la ONE acerca de los nacimientos de bebés de madre soltera parecen indicar que si no la guerra, importantes batallas se están perdiendo en la coherencia hogareña y familiar. Otra cifra aportada por la ONE hace pensar en esa dirección: 50 mil bodas y 20 mil divorcios en el 2015.
La bajísima formalidad en la que nacen los bebés y la fragilidad de los matrimonios sencillamente envían mensajes preocupantes. ¿Qué hacer? Al menos reflexionar.