El Día de la Tierra es una jornada internacional dedicada a nuestro planeta con el objetivo de llamar la atención sobre el medioambiente y promover la conservación y la sostenibilidad.
Fue un 22 de abril de 1970 cuando millones de personas salieron a las calles de ciudades y pueblos de Estados Unidos a protestar por el daño que se estaba causando al planeta y a los recursos naturales.
El impacto en el tiempo de aquellas protestas, que continuaron todos los años, llevó a que a finales de los 70 se creara la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por su sigla en inglés) y se promulgaran leyes de protección ambiental.
El lema para este año es “El planeta contra los plásticos”, una alerta contra la amenaza de este material para la salud humana, tan grave que los activistas promueven una reducción del 60% en la producción de plásticos para 2040.
Esas manifestaciones que comenzaron en 1970 sirvieron también para crear conciencia sobre el daño que el desmedido afán de lucro y la indiferencia general de las autoridades le estaban haciendo al planeta, algo ha cambiado muy poco.
El calentamiento global, el agujero a la capa de ozono, la tala indiscriminada, la caza furtiva y la pesca sin control son solo algunos de los males que las grandes potencias dicen combatir, pero del dicho al hecho hay demasiado trecho y las consecuencias se notan cada vez más.
Las temperaturas cada vez más altas, la desaparición del hielo en las cadenas montañosas, el derretimiento progresivo de los polos y las sequías prolongadas o las inundaciones en muchos lugares son solamente los resultados más visibles de esa degradación.
En nuestro país tenemos el accionar de las granceras, que vacían los lechos de nuestros ríos y los van secando poco a poco, aserraderos clandestinos y sembradíos en áreas protegidas y parques nacionales, males contra los que el accionar de las autoridades suele ser insuficiente.
La mejor manera de celebrar el Día de la Tierra es crear conciencia de que hay que cuidar el planeta, promover el reciclaje de materiales, usar la menor cantidad de plásticos que sea posible y exigir a las autoridades que hagan cumplir las leyes de protección ambiental.
Son solo algunas de las medidas que la mayoría silenciosa puede tomar para evitar que la humanidad continúe caminando hacia su desaparición definitiva.