Señor director. La vida nos deja ver claro que todo su transcurrir no es más que un círculo vicioso de causas y efectos. Todo tiene un origen, un porqué, y de eso se deriva cada paso que damos, cada decisión y elección; cada encuentro y emoción tienen su causa, y cada causa que nos impulsa a seguir avanzando tiene sus efectos, que serán las causas de todo lo que le sigue. Si algo me empuja a hacer esto (causa), ese hacer esto tiene un efecto, del que más adelante se deriva mi próxima causa o se convierte en ella.

Hay efectos múltiples que son consecuencia de una misma causa, pero también hay efectos que son la suma de varias causas que actúan en cadena, pero que si se miran bien, una misma causa los origina.

Causa y efecto, no es más que un juego de intercambio, de opciones, elecciones y consecuencias que se derivan unas de otras y tienen un mismo origen o común denominador, y que generan todo un abanico de acciones y resultados, para al final retornarnos al punto inicial con más experiencia y sabiduría, para saber elegir con más claridad y acierto la ruta que nos llevará a la feliz consecución de nuestro propósito de vida.

Generalmente los efectos nos caen de sorpresa y tratamos de contrarrestarlos sin poner atención a las causas. Cuando no podemos obtener los resultados deseados del contraataque, es que reparamos en las causas que trajeron a colación esos efectos, cuando debería de ser lo contrario, reparar primero en las causas de nuestro accionar y estudiar con atención los posibles efectos para que estos no nos sorprendan, podamos encauzarnos mejor, y estemos preparados para hacerles frente a los no deseados.

Muchas veces culpamos a esta o aquella persona de nuestro sufrimiento o padecimiento, pero si nos detuviéramos y buscáramos bien a fondo, y fuéramos lo suficientemente honestos, veríamos que somos nosotros los únicos causantes de lo que nos acontece, ya que todo se debe a nuestras elecciones y actitudes frente a los acontecimientos, y a las demandas que hacemos en cada etapa de la vida.

Cada paso que damos tiene una motivación, ya que sin ella no iríamos a ningún lado, nos quedaríamos por siempre en la cuna, a que nos cuiden y lo hagan todo para nosotros. Incluso, si no nos atreviéramos a gatear y luego caminar, tal vez ni llegáramos a crecer mucho, los músculos se atrofian por desuso. Así que algo, además de los padres o tutores, nos empuja a hacerlo y crecer, a hacer las cosas por nosotros mismos, a ser parte activa del juego de causas y efectos; que independientemente de que nos movamos o no, continúa existiendo. Si no te mueves te atrofias, si no aprendes te niegas el éxito de ser Tú, si no comes te debilitas y mueres…, todo sigue siendo causa y efecto, un juego que aparentemente no tiene principio, ni fin y de seguro se apoya en tus aspiraciones y ambiciones, en tu “Estar” y dejarte sentir.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Ciudadana

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