“Creo en la ética y en los principios, creo en el ser no en el tener”

Todo el que ha visto y leído los escritos de Mu-Kien Adriana Sang Ben, por su estilo, piensa que es una mujer de carácter fuerte.

Todo el que ha visto y leído los escritos de Mu-Kien Adriana Sang Ben, por su estilo, piensa que es una mujer de carácter fuerte. Pero no es así, al tratarla uno se da cuenta de que es una persona muy cariñosa, alegre, bromista, abierta y espontánea. Ella asegura que la formalidad no es parte de su cotidianidad y si tiene que serlo en un ambiente determinado lo es.

Mu-Kien afirma que un elemento clave es la familia. “Yo vengo de  una familia de origen chino, pero con mucha tradición en el hogar, en la cultura china la familia ampliada es muy importante pero no solamente el núcleo de papá, mamá y los hijos, sino también los abuelos y demás”, asegura la escritora.
Sang Ben es una fiel admiradora de su padre y en su libro “De dónde vengo” narra las peripecias que tuvo que pasar su progenitor, quien llegó al país siendo un adolescente y tuvo que forjarse su futuro a base de mucho esfuerzo. “Yo escribí esa obra como un reconocimiento de la valentía de papá, quien no se dejó arropar por la miseria sino que decidió lanzarse a la aventura, ver lo que pasaba y sembró raíces aquí, donde se ganó su espacio”.

1. Mi niñez
Tuve una niñez muy feliz, yo me crié en Santiago, los primeros 15 años los pasé en el barrio El Pantalón, un sector de clase media baja, era un barrio muy chulo e interesante de donde han salido profesionales exitosos. Luego papá construyó la casa de sus sueños en las afuera de Santiago en el sector Reparto Panorama, era una casa inmensa de nueve habitaciones, le decían el hotel Sang, era una vivienda muy bonita porque era el sueño materializado de mi padre. Allí vivíamos papá y mamá, sus nueve hijos, mis dos abuelas, más tres primos y las dos  muchachas del servicio. En total éramos 18 personas. Como en toda familia y entre hermanos competíamos, jugábamos, discutíamos  y peleábamos.

2. Mis padres
Mi papá, Miguel Sang, fue un símbolo, murió hace 25 años, fue un hombre muy trabajador, en Santiago obtuvo muchos reconocimientos y no porque hizo mucho dinero sino por la labor social que llevó a cabo y su integración a la sociedad. Él era muy cariñoso. Mi madre, Ana Ben de Sang, era el timón de la casa, yo incluso tengo un poema que se lo escribí cuando estaba en París y me hacía mucha falta, que decía más o menos así: “Impregnado llevo en mi memoria la nostalgia permanente de tu mirada, y es ahora adulta, cuando extraño más que nunca tu ternura”. Mamá era una mujer muy coqueta, presumida y maternal.

3. Aprendizaje
Algo muy importante que tuve en mi niñez fue el reconocimiento de saberme una persona bicultural y saber que nosotros constituíamos una familia de dos orígenes: oriental y occidental, chino y dominicano. Mi papá era chino completo, llegó al país en el año 1936, y mi madre domínico-chino. Yo tenía una abuela china y una dominicana. Mi abuela china no hablaba nada de español, cuando murió apenas pronunciaba una que otra palabra, mis abuelas se entendían y se comunicaban perfectamente por señas, se acompañaban, era algo impresionante. Había un elemento clave que es parte de la cultura china, y eso lo entendí después, que para tú ganarte algo, tienes que trabajar, entonces si yo quería ir al cine tenía que trabajar en la tienda de mercería que tenía mi papá.

4. Relación con mis hermanos
Yo me llevo muy bien con mis hermanos  y con mis sobrinos, ellos me llaman la “tía dulce” porque soy muy cariñosa con todos ellos, claro, uno tiene más cercanía con uno que con otro. Una de las cosas más importantes que papá quería para nosotros era que fuéramos profesionales, los nueve le tomamos la palabra. Mi hermano Peng Kian Miguel, es economista y profesor universitario; Muling Alejandra, trabajadora social y sicóloga; Ping Jan Adriano, ingeniero eléctrico y abogado; Mu Yien Altagracia, abogada; Peng Sien Rafael, economista e informático; Suk Yien Ana Cristina, economista y financista; Suk Lang Julia, ingeniera químico y empresaria, y Peng Bian Ventura, educador y músico.
 
5. Mi juventud
No fui muy fiestera, me dedicaba más a los grupos sociales y hasta era un poco rara con respecto a mis compañeras de curso. Yo estudié en un colegio de clase media alta, en el colegio Sagrado Corazón de Jesús, y yo tenía muchas inquietudes sociales, las cuales como que no compaginaban  con el ambiente, pero nunca fui una desadaptada, extraña ni desubicada. Tampoco tuve muchos novios, me arrepiento ahora después de los años. En mi adolescencia tuve un novio con el que duré cinco años de amores, luego dos novios más, pero ya a esta edad no me pega volver para atrás, muchas veces bromeo y digo: ´si Dios me permitiera ser más social en ese sentido´.
 
6. Encuentro con la muerte
La muerte golpea la vida de todo ser humano y es algo que uno sabe que va a pasar, pero cuando a uno le toca afrontarla  siempre le choca. Murieron mis abuelas, uno sabía que iban a morir. La muerte de mi padre fue muy dolorosa y dura, sobre todo, porque él murió bastante joven, tenía 68 años  y más de 20 años siendo el presidente del Patronato  Cibaeño contra el Cáncer y falleció de esta enfermedad. La muerte de mi madre sucedió hace 15 años. Ella estaba con todo el deseo de vivir, incluso estaba organizando un viaje para irse en un crucero y le dio un infarto. Después la muerte de mi sobrino Julio César, ese acontecimiento destrozó a toda la familia, era un muchachito de 21 años, lleno de vida y le dio un síncope fulminante.

7. El desamor
Para mí, el divorcio fue un trauma bastante fuerte, me tomó mucho tiempo tomar la decisión, después que la tomé me dije: ´por qué no lo hice antes´. Me casé en el 81, nos fuimos a vivir a Francia, de allá vinimos a trabajar aquí y ahí comienzan a producirse los desencuentros. Creo que el principal desencuentro nuestro, sobre todo como mujer profesional. Es que algunos hombres no toleran eso. Eso fue distanciándonos, yo estaba involucrada en muchos proyectos, yo estaba trabajando en mi tercer libro cuando se produce la ruptura, eso, yo sé que crea un poco de sinsabor y desazón entre los masculinos, que no aceptan que la mujer tenga su propio papel y su propio rol.

8. Mi esposo Rafael
Tuve la suerte de conocer a Rafael Toribio que no solo me respeta, sino que me apoya. No solamente me apoya porque me deja ser sino que colabora conmigo mano a mano, la compenetración es una de las mejores cosas en la pareja. Casarme de nuevo fue un momento muy importante en mi vida que marcó un antes y un después porque con Rafael congenio las dos Mu-Kien, antes yo era una Mu-Kien fuera y una Mu-Kien en la casa. Este matrimonio ha sido maravilloso porque no tuve hijos biológicos, pero tengo hijos de corazón mis dos hijos Rafael y Arancha, que me han dado dos nietos. La relación con ellos ha sido muy bonita, realmente ellos son mis hijos. Sin haber parido físicamente tenemos una familia nuclear muy hermosa.

9. Mis artículos
Siempre me gustó mucho leer y escribir ensayos y poesías, escribir artículos es una escritura distinta a escribir libros pero me encanta. Como columnista yo nací en el 92 y mis primeras columnas se publicaron en el periódico Ultima Hora, de ahí paso al Listín Diario donde estuve un tiempecito no muy largo, entonces pasé a El Siglo y de ahí a la revista Rumbo donde duré un buen tiempo, de ahí al periódico Hoy con mi columna Areíto que ya tiene 13 años. Mis artículos han ido fluctuando desde muy intelectualoides hasta humanos y oscilan en esas dos vertientes y desde hace año y medio estoy en este diario con la columna  “Temas sobre Haití, República Dominicana y el Caribe”. Me dicen que a pocas personas le permiten tener dos columnas en dos medios distintos.

10. Mi creencia
Yo soy católica, creo en Dios, en la bondad humana aunque a veces la realidad me golpea y me hace pensar lo contrario pero sigo creyendo, creo en la ética y en los principios, creo en el ser no en el tener, creo que la educación es el futuro y en ella está la posibilidad de que los pueblos se desarrollen. Creo en la amistad, el amor y la familia. Creo en el equilibrio de la vida en que hay que compartir todas las dimensiones de la vida.

“Aquí eché los dientes y las canas”

Yo comencé a trabajar en la universidad en el Centro Universitario de Estudios Políticos y Sociales (CUEPS) que ahora está Ramón Nina Brea, de ahí pasé al Proyecto Iniciativa Democrática  (PID), ese fue un proyecto muy importante del AIDE que duró 10 años y con un valor de 12 millones de dólares, comenzó en el 92 y culminó en el 2002. Entonces de ahí pasé a dirigir el Departamento de Educación de la universidad y de ahí pasé a la vicerrectoría académica de grado después a la vicerrectoría de postgrado y ahora estoy aquí dirigiendo el departamento. Aquí  en la universidad me he sentido muy apoyada, incluso tuve que abandonar  la vicerrectoría porque me daban crisis muy frecuentes de asma, el asma tiene un componente emocional muy fuerte y el estrés es un desencadenante. Yo estaba en Santiago y Santo Domingo y estaba sometida a un estrés muy fuerte, no tenía vida, hacía crisis mensuales. Entonces le pedí a monseñor Agripino que me redimiera del cargo. Se da la casualidad que este puesto estaba abierto pero no habían encontrado a una persona que pudiera dirigir el Centro de Estudios Caribeños y yo feliz, aquí estoy en mis aguas. También aquí tengo muchos años de docente, dirijo maestrías y tesis, especialidades y doy clases.

Ser madre
“No lo pude ser. Nunca he hecho una crisis de eso, yo canalicé ese amor maternal en mis 20 y tantos sobrinos, mis hijos y mis nietos. Aun así es un deseo inconcluso que yo lo racionalicé”.

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