Félix Sánchez habla con elCaribe sobre su rol de entrenador. Espera aportar a la conquista de medallas para el país

Su voz se siente con estridencia en el estadio que lleva su nombre. No es necesario vociferar en todo momento. En algunas ocasiones, conversa con sus alumnos a nivel de susurros para que el mensaje llegue claro.

Damas y caballeros, este es Félix Sánchez, en su nuevo rol de entrenador.

“Mi meta es tratar de elevar el nivel de atletismo, enseñar muchas de las cosas que aprendí a estos jóvenes que tienen la esperanza de darle medallas al país”, dice Sánchez a elCaribe en un aparte de su sesión de trabajo con más de 20 jóvenes en la pista de atletismo en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.

El campeón olímpico y mundial en los 400 metros con vallas labora por segundo año seguido como instructor. En 2017 tuvo un grupo de 12 atletas, ahora pasan de las dos docenas y, lo mejor de todo, es que le encanta este capítulo de su vida.

“Muchos se han acercado que quieren trabajar conmigo y eso me gusta. Vamos a ver qué podemos sacar con mucho esfuerzo”, dice el dominicano sobre sus pupilos, de los cuales hay miembros de diferentes selecciones y otros que aspiran a representar los colores patrios.

La asignación le llega a Félix por la vía del Ministerio de Deportes y de la Federación de Atletismo. Su rango de enseñanza va en toda competencia que se encuentre desde los 100 hasta los 800 metros. El primer dominicano en conquistar una presea dorada en Juegos Olímpicos, en la cita de 2004 en Sidney, Australia, tiene una libreta especial con apuntes para cada joven que está bajo su tutela. Que nadie se llame a engaño y confunda al hombre de tono suave y extrema caballerosidad con un instructor que no sabe demandar que se cumplan las metas asignadas.

“Soy muy exigente. Aquí venimos a trabajar y fuerte”, comenta Sánchez sobre las tres horas vespertinas (3:30 a 6:30 p.m.) de lunes a viernes que trabaja con su camada. “Sin disciplina no hay nada. Es lo que quiero que ellos entiendan. Tienen que dar el cien por ciento cada día. Hay que concentrarse, poner todo a un lado y dedicarse a esto. Hay que entrenar fuerte siempre para que luego lleguen los resultados, porque yo he visto muchos con talento, pero al no trabajar, al no tener disciplina se quedaron”, dice el graduado en sicología en la Universidad de Southern California (USC).

Metas pendientes

Sánchez se evalúa a diario. Es casi imposible que no sea el principal crítico de lo que hace como profesor, una herencia de su era como atleta de primer nivel que le permitió brillar por el mundo, donde puso en alto la Bandera Nacional.

“Hay compromisos a mitad de año, de julio en adelante. Yo espero que ellos mejoren sus tiempos para poder aportar en las competencias que vienen como los Juegos Centroamericanos y otras más. Si no es así, no sentiré que hice mi trabajo”, explica Félix, de 40 años.

“Espero que los que están aquí que no son de la selección logren pertenecer a la que le toque y que los que están traigan medallas”, dice Sánchez, quien dio el paso de atleta a instructor con la misma mentalidad competitiva que le llevó a ser un grande.

Dedicado a su hijo, Asher, al ciento por ciento

Sánchez se retiró en 2016, el mismo año que nació su hijo, Asher, a quien califica como el centro de su universo. “Ya todo es diferente a cuando competía. Quiero ser el mejor papá del mundo y quiero que mi hijo crezca sano y que cumpla sus metas”, dice el dos veces monarca olímpico y mundial. “Mi día comienza a las siete de la mañana con mi familia y desde ahí hasta que volvemos a dormir eso es lo más importante. Hay tiempo en el día para entrenar y trabajar, pero la familia va primero”, señala.

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