La sabia decisión del Partido Revolucionario Moderno (PRM) permitió sacar adelante el proyecto de ley de partidos políticos, por el que ha estado esperando la sociedad dominicana desde hace cerca de veinte años. Ahora solo queda que el Senado acoja en dos lecturas consecutivas las modificaciones hechas al texto para hacer realidad esta ley.

No será una legislación perfecta y probablemente tampoco la anhelada. Pero sin duda es un paso importante para sentar las bases de un nuevo modelo que ponga límites a la forma en que se ha estado haciendo política partidaria, con altos niveles de corrupción. La legislatura actual, prorrogada por el presidente Danilo Medina para evitar que se congelara nuevamente la pieza, concluye este viernes. De manera que el Senado deberá aprobarla con las modificaciones introducidas por la cámara antes de que venza ese plazo. De otra manera el país se quedaría sin ella y no estaría claro si la voluntad que la hizo posible prevalecería en una nueva legislatura.

Esta ley, sin importar cuán imperfecta pueda ser, es necesaria para garantizar cierto nivel de estabilidad y confianza en el complejo proceso electoral que culminará a mediados del 2020 con dos elecciones y una eventual tercera ronda de votación si en las presidenciales ningún candidato sobrepasa el 50% de los votos emitidos. Sin embargo, es necesario observar que aún quedaría pendiente la actualización de la ley electoral. Es esta legislación la que dotaría a la Junta Central de la autoridad legal requerida para ser fiel intérprete de su obligación de garantizarle al país elecciones transparentes y confiables, que preserven la paz social y el crecimiento económico que esta nación ha conseguido con su propio esfuerzo.

El proceso de aprobación de la ley de partidos ha sido, sin duda, traumático. Pero su no aprobación hubiera llenado de incertidumbre el panorama nacional.

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