Muchas veces, al pensar que somos dueños del tiempo, de la vida, de lo que creemos nuestro, de lo que amamos y de todo lo que nos ha costado desvelos y sacrificios, no nos detenemos a pensar que un día, de golpe y porrazo nuestro mundo puede cambiar drásticamente.

En nuestra felicidad y al gozar de esa paz que sentimos cuando creemos tenerlo todo bajo control, no se nos ocurre ni por asomo pensar que quizás en cuestión de horas, o de minutos, algo puede suceder y en un abrir y cerrar de ojos quedarnos con las manos vacías.

En la vida vamos padeciendo pérdidas de toda índole y por cada una sufrimos lo indecible, sentimos que cada dolor supera al anterior y en cada proceso estamos convencidos de que será insuperable.

Es en ese momento cuando de repente nos damos cuenta de todo el tiempo que perdimos, de los buenos momentos que echamos a perder por tonterías, de los silencios que impusimos y nos impusieron por valorar aquellas cosas a las que quizás no debimos haber prestado la más mínima atención.

Es entonces cuando comienzan a dolernos nuestras actitudes. Es cuando nos cuestionamos y si lo hacemos con honestidad concluiremos en que poco a poco y sin darnos cuenta fuimos arruinando todo aquello que aunque amábamos no supimos cuidar.

¿Cuántas veces por temor a parecer cursis nos hemos callado una palabra de amor?

Muchas. Como muchas veces, aunque nuestro deseo fuera pedir perdón, el miedo nos frenó, pues pensamos que al hacerlo estábamos apelando a la compasión de alguien que no deseaba conceder ese perdón.

Nos quedamos inmóviles esperando… parecemos olvidar que nada vuela más veloz que el tiempo y cuando nos damos cuenta, éste, en su alocada carrera, hace tiempo que nos dejó atrás, bien atrás.

Y solo cuando ya no es posible, queremos expresar todo nuestro amor y agradecimiento. Solo cuando no quieren o no pueden escucharnos nacen de nuestra alma las palabras más dulces.
Deseamos un tiempo y un espacio que ya no tenemos para brindar la paz y la felicidad que antes no fuimos capaz de brindar.

Por eso, un solo consejo, no dejemos pasar el tiempo, pues éste no vuelve jamás, y sobretodo, no arruinemos nuestra felicidad, ni la de los demás.

Posted in Mi Tiempo

Más de opiniones

Las Más leídas