No está mal de vez en cuando ver el mundo y las cosas en él como quisiéramos que fueran y no como realmente son, especialmente si son muy adversas.

Pero resulta que hacer algo así no debe pasar de algún momento. No es posible buscar y encontrar soluciones cuando decidimos cerrar los ojos a la realidad y abrirlos de par en par a aquello que al final es solamente nuestra anhelada fantasía.

Ver a las personas que queremos como nos gustaría que fueran y no como realmente son, es comenzar a darnos cuenta de que quizás no es alguien a quien queremos en nuestra vida, o a lo mejor es que somos incapaces de amar a los demás con sus defectos y virtudes, así como esperamos y creemos merecer que nos amen a nosotros.

Lo mismo pasa cuando se trata de aplicar esta misma actitud en otros aspectos como en nuestra vida y nos vemos viviendo como quisiéramos, en el lugar que realmente queremos, con las personas y todas esas cosas que sentimos indispensables para ser felices, es imposible no sentir una profunda tristeza al notar que la realidad es totalmente distinta y que estamos más lejos que nunca de llegar o regresar a ese punto de la existencia en que fuimos realmente felices.

No está mal tratar de ver el lado bueno de la vida, de la gente y de las cosas, tampoco está mal de vez en cuando, a bordo de nuestros pensamientos, ir a ese donde y ese alguien, a ese tiempo y a ese espacio en el que un día fuimos felices o simplemente fuimos la persona que jamás hemos vuelto a ser.

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