La seguridad ciudadana como la conocemos está remitida a la confianza de las personas en los sistemas públicos garantistas de derechos fundamentales para la vida, sea en las calles o en las viviendas.
Esa seguridad a la que aspiramos todos y que por períodos se vuelve precaria, es lo que nos permite ejercer sin miedo el derecho al libre tránsito, a las reuniones con fines pacíficos y sociales, a la manifestación de pensamientos e ideas sin ser molestados, o sentir temor.
Atravesamos un período singular, en el que el ejercicio de esas facultades está amenazado por algo que no podemos ver y nadie desea tocar. Un virus, o más propiamente, un coronavirus que amenaza o simplemente se lleva nuestras vidas.
Frente al coronavirus está sin embargo un valor ancestral, que es la continuidad de la sociedad y sus instituciones, la permanencia del sistema político, la gobernanza y la convivencia. Y uno de los ejes claves para que así sea, es la renovación de las autoridades cada cuatro años.
¿Corremos riesgo para acudir a las urnas a cumplir con un deber como votar para mantener la administración del Estado en los términos previstos por la Constitución? Seriamente, en estas circunstancias, podría responderse que sí. Pero por encima de ese riesgo está el compromiso con la República y la vigencia de sus instituciones. Es una cuestión fundamental, sagrada.
Y frente a ello ningún virus puede arredrar a los dominicanos. Más aún, las autoridades de Salud lideradas por el ministro Sánchez Cárdenas, aseguran que no hay que temer para acudir a las urnas.
Siendo así, si actuamos con la divisa puesta en la Nación, y adoptamos las medidas de defensa, es decir, de protección frente a la amenaza del coronavirus, podemos perfectamente votar, incluso, sin miedo.
De modo que tenemos la seguridad en nuestras manos y en los protocolos que construye la Junta Central Electoral (JCE) conjuntamente con el ministerio de Salud para que podamos cumplir nuestra responsabilidad, con la certeza de que la seguridad de todos está garantizada, y con ello, el futuro de la democracia.
