El Presupuesto General del Estado 2021 parece ser el diseño más difícil de las finanzas públicas, al punto que hay dudas de a quién le corresponderá formular las matrices de sustentación, entre el equipo económico actual o el del nuevo Gobierno.

Las dificultades producidas en las cuentas fiscales por la pandemia del COVID-19 han provocado al menos dos cambios en el manejo presupuestario tradicional. El primer cambio fue que por primera vez en la historia presupuestal se presentó un proyecto de presupuesto complementario antes de finalizar el primer semestre del año, es decir, sin haberse ejecutado la mitad del que se modificaría. El otro cambio de forma es que para el séptimo mes del año ya las directrices generales de las diferentes instancias estatales que se nutren del Presupuesto han sido dadas a conocer para su correspondiente cotejo y modificación.

Este año, el tema del COVID-19, indujo al Gobierno a disponer un cierre de la economía desde el 19 de marzo hasta mediado de mayo, situación que afectó por dos vías la ejecución presupuestal 2020 y postergó la formulación y diseño correspondiente al año 2021.

El cierre económico, con algunas medidas de flexibilización impositiva, produjo reducciones de recaudación de ingresos, mientras que por otra parte los subsidios concedidos por el Gobierno para posibilitar la inmovilidad laboral, generó aumento de gastos.

Hubo por tanto, un efecto doblemente negativo para las finanzas públicas, porque con menos ingresos fue necesario enfrentar mayor gastos. El resultado fue aumento del déficit fiscal, que de un estimado original de 2.2% del PIB se estima que llegue a 5.0%. El endeudamiento fue la única opción.

En el presupuesto complementario que el Gobierno presentó a principio de junio fue una clara señal de ese impacto, pues pidió al Congreso autorización para buscar financiamiento por unos RD$150,000 millones. Y por primera vez se llegó a un presupuesto con un total de gastos por encima de un billónde pesos (RD$1,070,312,255,666).

Esta cifra es un reto para el próximo Presupuesto, porque en una economía necesitada del estímulo del gasto público para poder recuperarse, el nivel de gasto del 2021 no debe ser menos ni igual al ampliado del 2020. Tampoco puede aplicarse la tasa de crecimiento vegetativo de la economía, porque las proyecciones apuntan un crecimiento plano, es decir0 % de crecimiento en el mejor de los casos, o una caída de hasta 0.8 %. Ni puede ser asumido el criterio de presupuesto plurianual, que ha servido de referencia teórica para los últimos presupuestos. l héctor linares

Dudan Gobierno saliente ponga cifras al Presupuesto

Por esas complicaciones y la ausencia de una matriz de discusión definida por el actual equipo económico, surge la interrogante de si le corresponderá al Gobierno electo, sea en la transición acortada, o después de asumir el 16 de agosto, el diseño de las finanzas públicas para la recuperación pos coronavirus. Ha sido, sin embargo, una práctica común que los presupuestos de los años siguientes los periodos electorales sean formulados por las autoridades que entran, pero con proyecciones de las que salen porque la plataforma de formulación se monta desde abril de cada año.

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