La República Dominicana vive un período de transición durante el cual unos se preparan para abandonar el poder y otros para asumirlo.
Para quienes salen, se supone que tratarán de dejar todo claro, de modo que la entrega resulte lo más transparente posible, y que sus actos sirvan para enriquecer el acervo en el servicio público, para su honra y para bien del país. Lo contrario sería deshonra y fuente de escándalo.

Quienes asumen tienen un compromiso con la Nación, sean funcionarios electos o designados, y es el de trabajar en beneficio de los dominicanos, preservar las instituciones y administrar adecuadamente los bienes, sin perjuicio para el erario, y evitar manejos que mañana terminen como manchas en sus hojas de vida.

Son cosas muy sencillas que en estos tiempos adquieren una importancia capital. Son el centro de atención en el mundo, el buen manejo de los bienes públicos y la rendición de cuentas.

Precisamente, ayer uno de los representantes del socio comercial más importante de la República Dominicana en la región, Estados Unidos, hablaba en Panamá de la importancia de la transparencia para la calidad de las relaciones en la gestión y para el desempeño de las instituciones del Estado.

Hablamos de la corrupción, de cómo ha desangrado las finanzas públicas y cómo incluso la ayuda internacional suele ser objeto de apropiaciones indebidas. Lo peor de todo es que no siempre hay sanción para ese tipo de conducta.

Y es que la corrupción sin castigo genera frustración y estimula deseos de venganza social, lo que se convierte en una amenaza latente a la paz pública.

Entonces, cuando los llamados a perseguir los ilícitos de los bienes públicos no cumplen su papel, cuando la justicia no es administrada como manda la ley, el sistema en que se fundamenta resulta fallido.

Y se abren peligrosos procesos que no se sabe hasta dónde podrían llegar.

La República Dominicana sigue siendo un paraíso para quienes incumplen los deberes y las obligaciones que les imponen las leyes para el desempeño de funciones, y no sabemos hasta cuándo.

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