El Barcelona enterró, de un plumazo, cinco Clásicos de decepciones y asaltó el Santiago Bernabéu como en sus mejores tiempos.
Lo hizo en el marcador, goleando por 0-4 un partido que prácticamente sentenció en la primera parte, y lo hizo también en el juego, destrozando a un Real Madrid impotente ante la excepcional brillantez de su rival.

Dos goles de Pierre-Emerick Aubameyang, dos asistencias de Dembélé, un golazo de Araújo y una exhibición sin oposición de principio a fin. El Barça vistió sus mejores galas y aplastó al Real Madrid cómo y cuándo quiso. Jugando a su manera y destruyendo a un líder que perdió su primer partido de Liga como local desde enero de 2021.

Xavi Hernández avisó en la previa que más allá de lo que pudiera hacer Carlo Ancelotti para suplir la baja de Benzema su equipo saldría al Bernabéu con la idea clara e innegociable de ser protagonista, de dominar a través de la pelota y recuperar en la medida de lo posible las esencias del mejor Barça. Lo dijo el sábado… y lo cumplió ayer.

El Madrid quiso pero no pudo. Ni por asomo. Lo intentó dándole velocidad a su ataque y buscando a Vinicius, quien a los siete minutos le ganó la partida a Araújo y cedió un balón mortal a Valverde, cuyo disparó rechazó Ter Stegen… y prácticamente a partir de ahí quedó a merced de un Barcelona que se hizo con el balón, lo mimó, combinó con él de manera soberbia y remitió a tiempos pasados, convirtiendo los extremos en una pesadilla para el Madrid.

El Barça enterró de golpe las decepciones del Clásico y pasó por Madrid como un tornado futbolístico. A doce puntos con un partido pendiente se queda del líder.

Es muy probable que no le alcance para poner en peligro el título merengue… Pero es seguro que esta presentación de Xavi en Chamartín tardará en ser olvidada y que promete un futuro tan repleto de optimismo en el club azulgrana como de dudas en el madridista.

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