BARCELONA. Con un ojo puesto en el cierre económico de la temporada, el Barcelona, equipo que dirige Quique Setién se juega hoy media Liga ante el Celta Vigo en Balaídos, estadio maldito en el que enlaza cinco años sin conocer la victoria.

Una semana después de que en el Sánchez Pizjuán se rompiera el encanto, con un empate sin goles, sin sensaciones ni fútbol, y se multiplicasen discursos apocalípticos de toda índole alrededor del vestuario, el Barcelona está más que nunca necesitado de reencontrar la confianza a través del juego, despertar del letargo y, de forma innegociable, sumar tres puntos que le mantengan agarrado, por lo menos, a la igualdad en la pelea por el título.
El Barça necesita ganar, sin otra opción, pero también precisa reconocerse en su juego.

Equipo que juega duro

Se la juega ante un Celta que ha puesto el candado en la portería, que disfruta con el balón y cuyo entrenador, de sangre azulgrana, conoce la receta para intentar hacerle daño, aunque admita que la desigualdad entre ambos equipos es más que evidente.

El Barça que dirigió Valverde nunca ganó en Balaídos. De hecho, el que comandó Luis Enrique solo lo hizo una vez y recibió ocho goles en dos visitas consecutivamente.

Tres derrotas y dos empates alumbran los números del equipo azulgrana desde su último triunfo en Vigo, en abril de 2015, como antesala de un partido con sabor a final.

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