La economía dominicana se apresta a cerrar el año 2019 con un crecimiento de alrededor de un 5%. Así lo indican las principales estimaciones y proyecciones. Para cualquier economía, grande, mediana o pequeña, crecer a una tasa igual o mayor de 5% anual es motivo de orgullo. Para el caso dominicano, y referido al periodo que concluye, quizás ese nivel no sea para ufanarse. Sencillamente se proyectó, y se hicieron esfuerzos desde el ámbito de la política monetaria, para que la producción nacional en conjunto creciera entre 5.5 y 6.0%, aunque abiertamente no se indicaran esos parámetros como meta.

La coyuntura política que durante todo el año merodeó al partido de gobierno, con altas y bajas temperaturas, se convirtió en una especie de retén que restó velocidad al crecimiento, que en uno o dos meses verificó niveles de expansión sobre el 6% mensual.

Pero el escenario político dificultó la sostenibilidad de ese ritmo de crecimiento, que también tuvo como elemento adverso la caída de 3.8%, hasta noviembre, en la llegada de visitantes extranjeros al país, a consecuencia de la campaña mediática iniciada en el exterior, vinculada a situaciones que confrontaron turistas norteamericanos en hoteles locales. Si la campaña negativa venía lesionando la economía, por el impacto que tiene el turismo en todo el cuerpo económico dominicano, la incertidumbre que los temas políticos debatidos generaron, terminaron por restarle velocidad al crecimiento. Pareció al caso de una familia numerosa cuando pare uno de sus integrantes.

Pudiera ser que lo peor de esta situación de enfriamiento de la velocidad de crecimiento no sea el resultado del crecimiento del 2019, porque 4.9, 5.0, ó 5.1% es un nivel bueno. Lo peor sería que la perdida de velocidad se traslade al 2020, un año electoral donde las tentaciones para jugar a la política con temar económicos abundan.

El liderazgo político, oficial o de la oposición, debe tener claro que la confianza es un factor importante para un buen desempeño económico y que la estabilidad es un elemento esencial, pero muy frágil. Los pronunciamientos sobre aspectos económicos deben ser serios, responsables y transparentes, desde el ámbito opositor. Y el Gobierno debe duplicar su compromiso de un manejo disciplinado del Presupuesto. Así se contribuye a la certidumbre que demanda la economía.

Posted in Edición Impresa, Editorial, Opiniones

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas