Este médico vegano siente gran satisfacción por haber servido, ya fuera como médico, docente o servidor público

De no haber sufrido una caída hace unos cuatro o cinco años que lo dejó en silla de ruedas y lo obligó a interrumpir su ejercicio profesional de más de seis décadas, el doctor José Antonio Hernández García aún estaría al frente de su consultorio a sus casi 96 años.

Así lo afirma este gineco-obstetra oriundo de La Vega que ahora sirve a su provincia en otros aspectos: haciendo donaciones a diferentes sectores necesitados, ya que “las cajas de muerto no tienen bolsillos”. Además fue presidente de la Junta Electoral de su ciudad natal, docente en UCATECI por más de tres décadas, y fundador de la Sociedad Dominicana de Obstetricia y Ginecología.

1. Infancia feliz
Me crié con mi abuela en un campo de La Vega llamado El Jamo, éramos una familia muy cristiana, siempre buscábamos servir a Dios y a los demás. Estuve en el colegio Inmaculada Concepción por dos años, pero las monjas recibían varones nada más hasta los 9, entonces tuve que ir a la escuela pública. Iba del campo a la escuela en un burro, el burro se me cayó 14 veces y lograba levantarlo, un día le dije a mi familia no puede seguir en este burro porque me va a matar, hicieron un consejo de familia y me buscaron un caballo, ese caballo tenía ciertas características: por la mañana mi abuela era que tenía que amarrarlo porque no se dejaba amarrar de nadie; no había puentes para pasar entonces tenía que pasar por el río, enseñé el caballo a nadar, y cuando el río venía hondo yo me tiraba con el caballo, eso lo hice muchísimas veces para llegar a la escuela, siempre temprano, nunca tarde”.

2. Vocación
Me fui a estudiar Medicina a la Universidad de Santo Domingo muy jovencito, cuando apenas tenía 14 años, hasta ese entonces vivía con mi abuela. Elegí la carrera de Medicina porque me gustaba hacer el bien a los demás, y en esta carrera veía que podía hacerlo, fuera de eso no veía claro qué quería ser. Entré a la maternidad desde el tercer año de Medicina, por lo que estaba viviendo en el hospital, mi casa fue el hospital desde los 17 años”.

3. Mérito estudiantil
Al terminar mi carrera de medicina en 1950, gané el premio al mejor estudiante en Ginecología, que se otorga al mejor alumno en esa rama, a nosotros nos dijeron ustedes son médicos de mediados de siglo. Éramos 120 alumnos que nos íbamos a graduar, y el rector dijo este es el mejor médico de los 120 que hay aquí, y por tanto se ha ganado este premio. Estaba viviendo en el hospital desde que tenía tres años de carrera, ahí me gradué. El premio me valió que cuando iban a abrir la maternidad me mandara a buscar el secretario de Estado de Salud Pública, y yo digo qué he hecho?, me dice mire le voy a hacer una propuesta, lo necesito en la maternidad aquí, para que resuelva los problemas que se presenten, porque usted tiene una gran capacidad, entonces me ofreció que siguiera viviendo allí, que me iba a dar sueldo de especialista, le digo pero no he hecho la pasantía, me acabo de graduar, dice él todo se puede arreglar en la vida, usted va a ir dos veces a Haina y cuando se cumpla el año usted viene por aquí”.

4. Anécdotas
En la profesión tuve momentos difíciles, recuerdo que nos reuníamos en la mañana para ver los casos difíciles que se presentaban en la maternidad en la noche. Una mañana llegamos donde una paciente que yo estaba atendiendo, y nos dijeron que había que interrumpir el embarazo, entonces levanté la mano y dije no soy partidario de eso, me hago cargo de la paciente; -vivía leyendo, tenía 13 libros de Ginecología para consultar-, entonces me hago cargo de esa paciente llamada Silveria Serrano, como vivía en el hospital, la chequeaba muchas veces al día, siguió adelante con el embarazo, muy flaca porque vomitaba todos los días varias veces, pero el ritmo cardíaco estaba bien, llega el momento del parto con 5 libras el niño, muy delgadito, al otro día de parida ella me pregunta doctor yo me voy para mi casa? le digo no, usted se queda aquí los meses que sean necesario, cuando llegó a seis libras se lo entregué a la madre. Otro caso que recuerdo es el de una paciente que va a mi consultorio y me pone 20 papeletas en dólares en el escritorio, me dice mire eso es para que me haga un curetaje, yo miré arriba y abajo, no por la cantidad de dinero que había, sino por lo que me pidió, eso fue en los años 50, me pongo hablar con ella y la convencí de que siguiera adelante con el embarazo, llegó el embarazo a término, le hice su parto y al tiempo andando me encuentro en la avenida Mella con ella y me hace señas, me cuenta lo que pasó y me dice mi hijo está vivo gracias a usted”.

5. De vuelta a casa
En el año 1950 me gradúo, y comencé a trabajar en Santo Domingo, pero en el año 1954 regresé a La Vega, yo estaba muy bien en la capital, tenía consultorio, pero vine aquí y me encontré con que mi abuela que me crió estaba tan desmejorada, tan anémica y dije dejo todo en la capital y vengo atender a mi abuela, entonces me instalé aquí, monté el consultorio, fui aumentando la cosa, y puse una clínica de 7 camas, la clínica doctor José Antonio Hernández García, de ahí no se iba nadie que necesitara medicina sin ésta, mi esposa tenía una farmacia cerca, y se la dábamos si no podía comprarla. Después pasé al Centro Médico Padre Fantino y ahí fui gineco-obstetra hasta que hace unos cuatro o cinco años me caí y no he vuelto a caminar”.

6. Docencia
Impartí clases en la escuela de Medicina de la Universidad Católica del Cibao por más de treinta años. Después de dar las consultas iba a la universidad, donde tuve muy buenos alumnos. Fue muy gratificante enseñarles parte de mis conocimientos a esos estudiantes, enseñar a tantas generaciones de médicos y servir al país educando y formando profesionales es de mucha satisfacción. La universidad creó el premio Hernández García que se lo entregaba al mejor alumno de Ginecología y obstetricia, el cual fue ganado por muchos estudiantes a lo largo de los años. Algunos de los que fueron mis estudiantes hoy día son mis médicos de cabecera, siempre vienen a verme, como la doctora Batista y muchos otros que resultaron muy agradecidos, vienen a expresarme que se sienten muy felices y honrados de poder servirme para devolverme parte de lo que ellos aprendieron de mí”.

7. Cargo honorífico
Fui presidente de la Junta Electoral durante 22 años en La Vega. Recuerdo que en cada elección había dos o tres incidentes con los representantes de diferentes partidos políticos, pero gracias a Dios todo se resolvía satisfactoriamente, sin pelear ni nada. Fue muy gratificante haber servido al país, era un cargo honorífico. En la Junta fueron muchas las situaciones que tuve que enfrentar y tomar decisiones, pero siempre gracias a Dios fueron sabias, y todo se resolvió de manera satisfactoria, fue una experiencia bonita, si yo pudiera todavía estuviera ahí”.

8. Siguen sus pasos
Tuve una esposa excelente, era una mujer muy buena, católica, que había estudiado farmacia en el primer y segundo grado, y ella me ayudaba mucho porque como yo instalé una farmacia cerca de donde daba la consulta, ella era la farmacéutica. Tuvimos dos hijas, las dos hijas estudiaron medicina. Me siento bien de verdad que mis hijas hayan seguido mis pasos en esta carrera, además ellas vienen a verme todos los días. A veces se me salen las lágrimas porque he visto cómo ellas han seguido mis pasos en el servicio”.

9. Reconocimiento
El pasado año fui condecorado con la medalla de la Orden Heráldica de Cristóbal Colón en el grado de Caballero por el presidente Luis Abinader. A la entrega de ese diploma en el Palacio Nacional tuve que ir en sillas de ruedas, pero me sentí muy bien, ya me había retirado porque me había pasado el accidente cuatro o cinco años atrás, pero fue muy significativo, fue un estímulo para seguir cada día haciendo las cosas bien”.

10. Servicio
He vivido una vida entregada a Dios, al servicio, hacer donaciones me hace muy feliz. Tenemos una cantidad de gente que ayudamos todos los meses, a unos le damos dinero, a otros le damos comida, a las Siervas de María les hacemos un aporte todos los meses, así como a otras instituciones. Lo que he producido lo he repartido, porque yo no me voy a llevar nada, porque las cajas no tienen bolsillos. Hago las donaciones porque hay que hacer el bien, todo lo que produzco es para hacer el bien”.

Critica altos índices de cesáreas

En sus inicios en el ejercicio médico, el doctor Hernández García veía muy pocas cesáreas, por lo que critica que hoy día se hagan tantas sin ser necesarias, y las califica como una “mañosidad” de los médicos. “Hoy día se hacen las cesáreas de complacencia, no tienen indicaciones la mayoría, si alguien dice me quiero hacer una cesárea doctor, él se la hace. Cuando me gradué el índice de cesárea era de 1%, es decir que de cien gentes que veía a una le hacía cesárea porque las demás no lo necesitaban, pero ahora no, el índice está en más de 80 por ciento. Eso es una falta, las cesáreas pagan mucho y los médicos se valen de eso.

Yo hice varias veces la versión cefálica por maniobras internas, que es cuando una paciente se le atraviesa el muchacho; yo era un duro en eso, lo volteaba porque tenía mucha sensibilidad y evitaba hacerle cesárea con esa maniobra, porque imagínese usted si una paciente viene con un muchacho atravesado se le va a morir, pero se le puede hacer a una versión por maniobra interna: meta la mano y dele la vuelta al muchacho. Lo primero que tiene que agarrar es la mano del niño, después le va levantando la nalga hasta que lo pone en posición; pero hoy en día prefieren hacer cesárea pudiendo hacerle la maniobra interna. Recuerdo que estando en mi casa tomándome una sopa, llegó una mujer que tenía el niño atravesado, entonces dejé la sopa y me puse a atenderla.

Altruismo
“Cuando regresé a vivir a La Vega puse una consulta gratis los martes en mi casa. La mujer que quería dar a luz conmigo, si era muy pobre, la atendía sin cobrarle los honorarios médicos”.
Vocación
“Desde pequeño me gustaba servir a los demás, y por eso me incliné por la medicina. Entré a la especialidad desde que estaba en la Maternidad y seguí en eso hasta que me gradué”.
Retiro forzoso
Me retiré de las consultas hace unos 4 ó 5 años aproximadamente cuando me caí, pero hasta esa época estuve trabajando”.
Solidario
Si no me hubiera caído yo estuviera detrás de un consultorio haciendo el bien a todo el que se pudiera; ya no trabajo pero ayudo al que pueda”.
Travesía
Me llevé a la capital mi bicicleta, cuando fui a la universidad en ella pasé un tiempo grande para regresar a casa y no la monté más”.
Mentira piadosa
A una que embarazaron en una violación, no podía matarle el niño, la aconsejé se fuera a Nueva York donde su marido, y la cosa pasó bien”.

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