La doctora azúcar es una de las “Mujeres que cambian el Mundo”

La doctora Jalenny Martínez, oriunda de Santo Domingo asumió desde muy joven el compromiso de aportar a la sociedad a través de su vocación y profesión. Con su dulzura, empatía y entrega se dedica a cambiar la vida de las personas que sufren de diabetes.

En 2015 creó la Fundación Integral de Diabetes en la que ayuda a pacientes de escasos recursos a tratar la enfermedad, desde la alimentación hasta los sentimientos. Movida por el motor principal, que es ella, otra doctora y un equipo de trabajo, la fundación ha logrado impactar la vida de cientos de personas, especialmente en la comunidad de Haina.

El trayecto de su vida ha tenido muchas altas y bajas, pero gracias a su optimismo y valentía logró alcanzar las metas que se propuso, y hoy en día es una de esas “Mujeres que Cambian el Mundo”, finalista del concurso que organiza el Banco BHD León.

1. Mi entrada a la UASD
Entré en el 98 a estudiar medicina, ahí aprendí muchísimo lo que es tener persistencia, optimismo y a continuar pase lo que pase. La UASD me enseñó que siempre hay que buscar la forma, que siempre hay una salida. Lo digo porque en ese momento, recuerdo algo que me pasó. Me iba a inscribir una materia que era prerrequisito de otra (antes no era como ahora, que es todo tecnológico, había que levantarse a las 4 de la mañana y hacer filas por facultades y eso era como un maratón). Ese día corrí tanto que me caí, me guayé toda la rodilla y una amiga me dijo que lo dejáramos así y que nos inscribiéramos otro día y yo le dije que no. Fui con mi rodilla sangrando al edificio en el que había que subir 4 pisos. Cuando llegué, se había llenado la sección y la persona que estaba ahí, al verme en esa condición nos inscribió. Si no hubiese pasado eso, no me hubiese inscrito”.

2. Primer grupo de apoyo
A los 25 años me fui para el campo a hacer mi pasantía a una comunidad muy humana. Ahí comencé a ver la necesidad de la parte de diabetes porque me llegaban muchos pacientes con esa condición: perdidos, que no sabían qué hacer, no sabían qué comer o no sabían cómo manejar la situación de la diabetes. Comencé a leer un poco de la enfermedad y se me ocurrió la idea de crear un grupo de apoyo dentro de la comunidad para personas con diabetes, la gente estaba feliz, contenta, hacíamos muchísimas chercha, nos íbamos para la enrrama’, y eso era una tertulia inmensa los viernes en la tarde. Nadie se quería ir para su casa. El objetivo era que las personas aprendieran a comer. Ahí les decía qué pueden comer y qué no y ellos aprovechaban para expresar sus sentimientos acerca de los alimentos que les gustaban y no podían comerlo”.

3. Entrada a la residencia de diabetología
Este momento fue memorable. Concursé a la residencia estando en la pasantía. A mí me marcó bastante por el hecho de que es difícil entrar a una residencia médica, hay mucha competencia. En su momento participamos 78 personas por 4 plazas y quedé en tercer lugar. Nunca voy a olvidar esas semanas que duré esperando. Mis compañeros de la carrera y yo, eramos un grupito de 8 amigos de la universidad. Fuimos a ver, porque antes era una lista que publicaban en el Ministerio de Salud Pública. Cuando sacaron la de diabetología, no tenía fuerzas para pararme a verla, porque teníamos el día entero ahí y le dije a mi amiga ‘ve tú’, cuando ella vino de allá para acá dando brincos como una loca me dijo ‘!manita, entraste!”, yo le dije ‘no relaje con eso muchacha’, y ella me dijo que vaya yo a comprobarlo. No quería creerle, fui y lo ví, lo leí como 10 veces, porque no lo creía, y me preguntaba si en verdad era mi nombre. Cabe destacar que el Instituto Nacional de Diabetes es el único hospital en el que se hace diabetología en el país”.

4. Duelo por una paciente
Algo que me marcó a nivel profesional en el hospital, que considero algo inolvidable y lo que me ha empujado a estar donde estoy ahora, fue la experiencia con una paciente. En ese momento ella tenía mi edad, justamente 27 años, era conocida en el hospital, pero yo no la había visto porque era nueva. La diabetes le había dañado los riñones. Era una paciente que estaba todo el tiempo amargada, enojada. Le llegaron a dar de alta y luego la volvieron a ingresar, se veía muy deteriorada. Su mamá tenía que trabajar en el día y volvía en la noche, pasaba mucho tiempo sola en la habitación, comía dulces a escondidas y la mayoría de los médicos no la querían tratar porque era muy pedante y como un caso perdido. La última vez que la ingresaron me tocó en un servicio, la ví muy callada y se dejaba hacer todo tranquila, se dejaba hacer la muestra y todo. Ese día le pregunté ¿Cómo te sientes?, y ella me miró con una mirada que nunca voy a olvidar, de tristeza profunda, de amargura y de frustración. Entonces le dije sé que estás cansada, pero todo tiene un por qué, ten fe, y ese día en la noche, ella murió. Eso me marcó, porque yo me ví en ella, y pensé, ¿qué hubiese pasado con ella si se educa a tiempo? Toda esa amargura y frustración que ella venía arrastrando era por el hecho de no saber manejar una enfermedad. Es difícil”.

5. Una llama en mí
De la situación anterior viene la idea de crear una institución para educar, apoyar y empoderar a los pacientes a tiempo, para que cada día menos jóvenes de nuestro país tengan discapacidad temprana por el hecho de tener una diabetes mal controlada. El manejo de la diabetes es algo multidisciplinario y hay que dedicarle tiempo, es demandante, agotante, y eso es así, porque la educación agota. Entiendo que es difícil pero no es imposible. Desde ese momento se encendió esa llamita en mí, ese fueguito que me decía hay que hacer algo más. Eso fue en 2007”.

6. Muerte de mi inspiración
En 2015 ocurre algo que marca mi vida de una forma sumamente importante, y fue la muerte de mi tía. A ella le dio cáncer en los huesos y duró dos años luchando con eso. Ella era pediatra, la tía que me inspiró a ser doctora. Teníamos una relación muy cercana porque la veía como un ejemplo, pero también era un ser de luz, una persona que siempre daba esperanza, que siempre te enseñaba algo. Recuerdo que cuando terminé la carrera y me gradué de médico, terminé decepcionada y triste, no sabía qué haría o dónde iba a trabajar. Un día me vió como decepcionada y me preguntó que qué me pasaba y le dije que no sabía para qué había estudiado medicina, ella me respondió con unas palabras que me marcaron, me dijo quiero que sepas que con tu vida puedes impactar a muchas personas a tu alrededor, a veces no es lo que hacemos con nuestra vida, es lo que logramos hacer o dejar en la vida de los demás y nosotros somos un punto dentro de un gran universo que se maneja. Eso no lo entendí en su momento, pero me dio un poco de aliento. Ahí fue que decidí empezar a moverme”.

7. Nacimiento de FIDIABETES
Durante el duelo de haber perdido a mi tía, no sé, pero digo que fue por obra divina. Un día que voy conduciendo para la clínica siento algo divino, digo divino porque no sé de dónde vino la idea, pensé en una fundación de diabetes, no tenía ni idea qué era una ONG, de cómo formarla, ni qué se requería, entonces ese mismo día como soy una persona proactiva, cuando pienso que tengo que hacer algo, lo hago en el momento, recuerdo que comencé ahí mismo. Saliendo de la consulta fuí a Haina, empecé a recorrer el pueblo buscando locales, doblé en una callecita para devolverme y ahí mismo encontré un local que decía se alquila, anoté el número y llamé. Tenía un presupuesto, decía que si me lo alquilaban a ese precio le daba para allá, y resultó que el precio era menor, entonces dije que sí con alegría de una vez. Le compartí el proyecto a una amiga que conocí en la residencia, muy buen ser humano, con muchas virtudes, y me dijo que sí, y le dimos para allá”.

8. Mi viaje a Colombia
Hace tres años viajé a Colombia donde está estructurada la Asociación Colombiana de Diabetes, ellos tienen más de 30 años trabajando a favor de la educación en diabetes, tienen una estructura bellísima y que no es grande y eso fue lo que más me gustó. Llegué allá emocionada, estaba con una fiebre que ni dormía, duré seis días allá haciendo un curso de Educación en Diabetes, estaba muy feliz, fue maravilloso. Después que se acababan las clases a las 2 de la tarde, me quedaba en el centro preguntando por todo y me hice canchanchana de algunas maestras. Aprendí mucho, vine con esa visión de allá, pensando que eso es lo que tenemos que hacer en la República Dominicana, crear una institución donde no solo se den medicamentos a los pacientes, sino también educarlos, que sea la columna que sostenga todo lo relacionado a la educación en diabetes”.

9. Reconocimientos
Algo también importante es que nosotros hemos recibido reconocimientos a nivel nacional. En 2020 fuimos ganadores del premio Voluntariado Solidario, que da el Estado Dominicano, ese día casi me muero, aunque estaba muy cansada ese día, agotada porque había salido tarde de la institución la noche anterior. También el Club de los Leones Bajos de Haina nos reconoció en 2018 por la ayuda en la comunidad y para nosotros fue muy importante”.

10. Finalista de mujeres que cambian al mundo
Fue algo divino como concursamos porque perdimos la convocatoria inicialmente, por lo mismo, teníamos mucho trabajo. Trabajar en una convocatoria es como un proyecto, porque tienes que sentarte a buscar, leer todo lo que has hecho, llenar un formulario y no tenía tiempo. Se nos pasó y lo dejamos así en el aire porque la convocatoria ya había cerrado y estábamos en otras cosas, pero ese día salí de la fundación a las 6:30 de la tarde, cuando me monto en mi vehículo y prendo en la radio dicen a tí, mujer que impacta la sociedad, era el anuncio de la convocatoria. Me quedé como que eso es a mi que me están hablando, fue increíble, me pareció extraño porque había pasado una semana después de que cerraran la convocatoria. Llamé a la encargada de Gestión de Resultados, le dije que investigara si seguía abierta. Cuando ella averiguó me llamó para atrás diciéndome que la habían extendido. Esa misma noche trabajamos recolectando lo que teníamos que llenar y lo enviamos al otro día. Quedamos como finalistas. Ese día lloré, fue un honor para la institución, porque más que a la doctora Jalenny Martínez es a la Fundación Integral de Diabetes. Estaban la vicepresidenta y la primera dama y yo en lágrimas… Gracias a Dios que tenía la mascarilla”.

Sobre su vida

La diabetóloga y nutricionista Jalenny Martínez nació el 5 de diciembre de 1987 en Santo Domingo, Distrito Nacional. Desde pequeña su madre la catalogaba una campeona.

Su vocación por la medicina nació con ella, por el hecho de que desde pequeña decía que iba a ser médico, tomaba sus muñecos y peluches y jugaba con ellos y empezaba a examinarlos. Para finalizar el bachillerato, cumpliendo con las 60 horas de servicio académico, participó en la Cruz Roja Dominicana donde se hizo socorrista a los 16 años.

En 1998 ingresó a la Universidad Autónoma de Santo Domingo a estudiar Medicina. Entró al cuerpo de ayudantes médicos de la Policía Nacional como raso de la Policía y duró aproximadamente 10 años y medio.

Realizó la pasantía médica en una zona rural del país, Juma, Bonao, donde descubrió la necesidad de que las personas conocieran sobre la diabetes.

Realizó la residencia en el área de diabetología en el InstitutoNacional de Diabetes, allí duró 3 años. Además de forjarse como diabetóloga, agradece al hospital todas las virtudes y destrezas que pudo desarrollar. Parte de su carácter lo forjó allí.

Se graduó de Diabetóloga en 2009, el hospital le permitió ser maestra dentro del centro. En su momento fue directora médica de la sucursal de la Zona Oriental. Luego de esto comenzó a trabajar nombrada por Salud Pública en el hospital de Baní, donde duró año y medio. Posterior a esto fue trasladada al Hospital Municipal Bajos de Haina.

Dentro de su experiencia, destaca que lo más importante es la educación y entiende que los pacientes tenían un desconocimiento sobre el padecimiento que provocaba que ellos tomaran malas decisiones que terminaban de manera trágica.

Labor
Para trabajar en asociaciones sin fines de lucro, hay que tener mucha fe, optimismo y voluntad”

Posibilidad
Todos corremos el riesgo de padecer diabetes, tenga familia o no tenga familia”.

Afección
La Diabetes es como una música, tienes que aprender cuál es su ritmo, porque si tu bailas bachata y la diabetes te está bailando reggaetón, nunca se van a entender, tienes que sentarte a escuchar tu enfermedad, a entenderla y luego comenzar a dar pasitos con ella y luego que estén bailando el mismo ritmo tú te lo vas a disfrutar porque tú vas a saber cada paso que hay que dar con confianza.

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