Prólogo del historiador Bernardo Vega, del libro “Ahora que puedo contarlo, Memorias”, de monseñor Agripino Núñez Collado, puesto a circular en la Capital y Santiago.
El tema de su papel en los conflictos que surgieron con motivo de elecciones presidenciales es retomado en este segundo volumen, pues refiriéndose al primer volumen explica: “Muchos amigos y allegados consideraron que fui valiente al relatar algunos acontecimientos contemporáneos en el primer tomo de mis memorias. Otros me llamaron arriesgado. Sin embargo hubo quien se quejó tratando de desmentir lo que está avalado no solo por mis testimonios sino porque lo recogieron los medios y yo no iba a aventurarme a escribir mentiras”. Explica cómo ha sido mediador en conflictos durante más de treinta y cinco años. En este segundo volumen agrega: “Ahora escribo nuevamente sobre mi participación en las elecciones dominicanas porque considero que cuando publiqué el primer tomo de mis memorias dejé fuera valiosos detalles de esos importantes sucesos nacionales”. Según sus experiencias acumuladas: “La democracia dominicana ha tenido como un asunto no resuelto el funcionamiento de la Junta Central Electoral… el correcto funcionamiento de esta sigue siendo, a pesar de los años, un asunto pendiente en la agenda política” y tiene toda la razón.

En este segundo volumen nuestro autor evoca y valora a numerosas personas que estuvieron cerca de él, o participaron, en diferentes momentos de su vida eclesiástica, de mediador y gestor de importantes instituciones educativas y sociales. Uno tiene la impresión de que, con la modestia que le caracteriza, no quiere el foco para sí solo, quiere compartir estas páginas. Y por eso agradece a los leales colaboradores que ha tenido.

Igualmente provee un listado de las personas que han recibido un Honoris Causa de parte de su universidad. Por cierto, el Santo Padre concedió a Agripino Núñez el título de “Prelado de honor de Su Santidad”, al tiempo que se le otorgaba a su universidad el título de Pontificia. Incluye nada menos que treinta y dos editoriales que aparecieron en la prensa dominicana felicitándolo. Es probable que esta sea la única autobiografía de una personalidad dominicana donde evidencie su gran interés por estar acompañado y custodiado por perros. Muy joven adoptó un “viralata” pero ya siendo Rector consiguió un pastor alemán y este hasta salió fotografiado en una revista internacional especializada.

Su generosidad es evidente cuando en este nuevo volumen rinde homenaje a Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez “una persona muy abierta, afable, buen competidor en los deportes”, originario de Barranca, La Vega; y quien en una ocasión había externado públicamente que no tenía la paciencia de Agripino en los asuntos del diálogo. También homenajea al padre Juan Montalvo y al economista José Luis Alemán, ambos jesuitas. Quien esto escribe, también economista, ha reconocido públicamente la gran capacidad profesional de alemán, graduado de una de las universidades más prestigiosas de Europa. Núñez alude muy positivamente al padre Richard Bencosme.

Pero, sobre todo, y como era de esperarse, rinde homenaje a monseñor Francisco José Arnaiz, su compañero de tantas batallas. Arnaiz, expulsado de Cuba, cuando Fidel Castro estuvo en Santo Domingo, le espetó que que este lo había botado de Cuba, y la respuesta del barbudo fue: “Pero veo que eres obispo. ¿De qué te quejas? Allá nunca hubieras llegado”. Agripino Núñez subraya que como secretario de la Conferencia del Episcopado Dominicano, Arnaiz “fue alma y autor intelectual de sus mensajes al país” y lo considera como “una de las mentes más brillantes que ha tenido la Iglesia”. Pero también a Arnaiz le gustaba un buen vino y un buen cigarro y de ahí que al presentar un libro de José del Castillo dijo: “en mis frecuentes visitas pastorales al Mesón de Bari…”En sus últimos días, recluido en Manresa, Arnaiz ya muy enfermo observaba todos los días el cementerio de los jesuitas, y le pidió a Agripino que por favor lo sacara de allí. Y efectivamente pasó los últimos días de su vida en Santiago, donde pudo rodearse de amigos.

Para muchos, el mayor impacto de la labor de Núñez Collado ha sido su papel como conciliador. Indudablemente es el aspecto que más titulares logró, pero no debe de ninguna manera subestimarse la importancia y el impacto de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) sobre nuestra sociedad. Y fue Agripino Núñez Collado, con su liderazgo y visión, como fundador, Vicerrector y Rector, quien logró que creciera y se ampliara. Personalmente él ha otorgado títulos profesionales a más de 70,000 jóvenes. Ha prestado cincuenta y dos años de servicio a esa alta casa de estudios.

Ian Bell, embajador inglés en nuestro país durante los años 1965-1969, escribió un libro sobre la República Dominicana donde cita que en un discurso Núñez Collado explicó que la PUCMM contaba con un “estilo nuevo”, en el sentido de que buscaba atraer a estudiantes de diferentes sectores sociales y de varias regiones. El embajador explicó cómo tan solo un 10% de sus estudiantes pertenecían a familias de profesionales de clase media, mientras que más del 60% venía de niveles sociales más bajos, cuyos padres hasta ese momento habían descartado la idea de una educación universitaria para sus hijos, pues lo consideraban como algo imposible de lograr. El propio Núñez Collado explica lo orgulloso que se siente cuando se le acercan ex alumnos para expresarle que lograron estudiar en su universidad porque tuvieron acceso al crédito educativo.

Muchos empresarios dominicanos prefieren a los egresados de la universidad donde Núñez Collado fue Rector, y hasta uno de ellos llegó a decir: “A los de la Madre y Maestra los conozco en el andar”, significando que eran diferentes. Mientras en los primeros años de nuestro período democrático los altos cargos en el sector público, y hasta también en el privado, lo desempañaban los egresados de la única universidad que existió en nuestro país hasta 1962, la UASD, hoy día los egresados de la PUCMM descuellan como ejecutivos de empresas privadas, como profesionales independientes y también como miembros del gabinete de diferentes gobiernos. En la actualidad, por ejemplo, muchos de los miembros del gabinete del gobierno son egresados de esa universidad. En el primer volumen de sus memorias Núñez Collado narra cómo una revuelta estudiantil, en búsqueda de un gobierno compartido tipo UASD, tuvo lugar en Santiago en 1971 y cómo uno de los líderes estudiantiles de ese movimiento luego llegó a ser miembro del comité político del PLD. Sin embargo, todos sus hijos fueron enviados a estudiar a la PUCMM, no a la UASD. En 1971 varios profesores del campus de Santiago abandonaron su alma máter y fundaron una nueva universidad, el Instituto Tecnológico-INTEC, especializada en las ingenierías. Y es que la PUCMM, aún en su crisis ha ayudado al surgimiento de instituciones educacionales de alto nivel.

No son muchos los dominicanos que han publicado sus autobiografías. En el siglo XX y cubriendo los años de la dictadura están las obras de Joaquín Balaguer, E. O. Garrido Puello, Virgilio “Cucho” Álvarez Pina, Rafael Alburquerque Zayas-Bazán y Fernando Amiama Tío. Dado el gran impacto positivo en la sociedad dominicana de Agripino Núñez Collado, desde 1962 esta autobiografía es indudablemente muy importante e ilustrativa de nuestra historia contemporánea. La historia de lo ocurrido en nuestro país en los últimos sesenta años se entiende mejor acudiendo a las memorias de Núñez Collado. Quién sabe si todavía Agripino entre sus recuerdos pueda tener acumulado material para un tercer volumen. Ojalá.

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