Santiago y el Gran Teatro del Cibao
Santiago y el Gran Teatro del Cibao

Santiago tiene una situación cultural pudiéramos decir que no es mala… es peor. El Centro Cultural sin butacas, cerrado, por no seguir mencionando instituciones. Hay que reconocer que prácticamente solo el Centro León, ese magnífico ejemplo de mecenazgo, funciona.

Tras conversar con al menos tres productores santiagueros -al Gran Teatro del Cibao le llaman la sucursal pobre de Disney-, se quejaron de que la Cenicienta reina en una ciudad que alguna vez se llamó corazón de la cultura dominicana. Y hoy es efímera flor de escenario.

Los santiagueros están muy bravitos con el director del Gran Teatro del Cibao. “¿Desde cuándo no viene aquí un artista extranjero?”, se preguntan. “¿Desde cuándo un grupo teatral santiaguero no pone en escena una obra en cualquiera de las salas?”, se interrogan.

“En dos años el aire acondicionado se echó a perder porque no le dan mantenimiento”, cuentan. “Siguen las mismas roturas de antes que criticaron cuando llegaron”, narran. ¡Qué coincidencia! Acaba de llegar un párrafo del amigo Giovanny Cruz, lleno de entusiasmo: “La Presidencia acaba de depositar en la cuenta del Ministerio de Cultura -ahora mismo- el dinero completito para comprar el aire acondicionado de Bellas Artes y la reparación completa en el Gran Teatro del Cibao”. A siete escasos días.

Presentaciones han existido: el Ballet Clásico Santiago, en su acto de fin de año puso “La Bella Durmiente”. El 29 de junio el Orfeón Santiago celebró sus 60. El 5 de julio Aisha Syed y la OSN abrieron temporada. El 8 de julio el director del GTC puso su Cenicienta; el 25 de junio Raquel Danza y Teatro presentó Debajo del agua. El 25 de agosto será la gala Estrellas de la Danza Mundial y 2 y 3 de septiembre el musical Mariposas de acero.

Como dice aquella bachata de Joe Veras: “ojos que no ven / corazón que no siente”. Por eso desde la capital no se ve lo que pasa en Santiago. La misma bachata dice más adelante: “Lo que duele no es el cuerno, / lo que molesta es el cuchicheo”. Y sí, se cuchichea demasiado. Pero parece que con la razón que da el dolor del cuerno.

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