Mi mamá siempre lo decía, pero niña holandesa al fin, no lo entendía. Ya radicada en la República Dominicana y más aplataná´ que nadie, me estoy dando cuenta de la sabiduría escondida en este dominicanismo. Estudiando la región del Caribe, veo que nuestro alrededor no solo es un producto de la historia y fuerzas externas, sí no que ella es el vivo ejemplo de adaptación. Nos adaptamos al clima, a nuestras condiciones sociales, a las reglas del tablero mundial, y a nuestras realidades y posibilidades políticas.

Y no es coincidencia. En cierto modo, la historia nos llevó a esto. Michael Manley, ex primer ministro de Jamaica lo dijo claramente: “Si hay una palabra que más se aproxima a reflejar la realidad social de los países de la Cuenca del Caribe, es la dependencia.” Nosotros los dominicanos obtuvimos la soberanía en el 1844 y solemos olvidarnos que esta condición no necesariamente es aplicable a nuestros vecinos caribeños. De los 40 millones de habitantes del Caribe, un 15% reside en territorios no-independientes. El Caribe conoce 19 de estos territorios; de los cuales 6 pertenecen al Reino de los Países Bajos (col. Holanda).

El Caribe holandés es un ejemplo para entender cómo ciertos territorios caribeños se han adaptado a la modernidad en base a sus necesidades. Además, explica bien porqué un pueblo pueda tomar la decisión de no desvincularse de quien en algún momento le invadió. La antigua Reina Juliana lo resumió cuando expresó: “Apoyado en fuerzas propias, pero con la voluntad de mantenernos unidos.” Al mantenerse dependiente de Holanda, las islas del Caribe holandés sacrificaron ciertas libertades para obtener beneficios invalorables.

¿Qué significa esto en la práctica? Sí se lo preguntamos a un neerlandés, te respondería con un: ‘Un Reino, 4 países’. Permítame explicar estas 4 palabras. El Reino de los Países Bajos consiste en Holanda, el territorio en Europa y la entidad soberana del Reino. Esto significa que Holanda es el territorio que pueda tomar todas las decisiones sin interferencia o aprobación de otro territorio. Adicional a Holanda, el Reino cuenta con 3 otros países: Aruba, Curazao y San Martin. La diferencia entre estas 3 islas y Holanda es que las islas son autónomas. En la practica esto significa que ellas manejan sus asuntos internos, pero para asuntos relacionados a defensa, política exterior y de nacionalidad ellas requieren una directiva o el visto bueno de Holanda. Además de estos 4 países, el Reino cuenta con 3 municipios especiales: Saba, San Eustaquio y Bonaire. Estos municipios especiales se manejan como una extensión de Holanda, como los conocidos territorios de ultramar.

Esta compleja composición transatlántica es un resultado directo del proceso de descolonización de Holanda. Este proceso, muy común dentro del contexto de un mundo postguerra, dejó 2 lecciones importantes: Indonesia (1949) y Surinam (1975). La lucha clásica de descolonización en Indonesia resultó en un Reino con un estatus, poder e influencia internacional disminuido. En un inusual y acelerado proceso, Holanda logra una transferencia de soberanía a Surinam. Durante este proceso, ella enfatizó la promoción de sus intereses sobre la protección de la buena gobernanza en Surinam. Un proceso fracasado que resultó en un país incapaz de gobernar y amenazado por grandes potencias, como Brasil, dispuestos a asumir una soberanía blanda.

Y uno se pregunta: ¿cómo se llega a la decisión de mantener diferentes niveles de dependencia? Tanto Holanda como las islas entendieron que una plena retirada del Caribe era imposible. El 10 de octubre del 2010, se crea la estructura actual. Y con ella, las islas reafirman su deseo de mantener una dependencia conveniente, aunque en distintos niveles, mientras la Haya acepta su responsabilidad poscolonial. Además, el cambio del nombre de ‘Las Antillas Holandesas’ a ‘El Caribe Holandés’ se puede interpretar como una reivindicación de identidad cultural y rechazo a los términos coloniales. Durante las negociaciones, la Haya estableció que ella tuviera la autoridad máxima para intervenir en beneficio de la protección de la democracia, el estado de derecho y las finanzas públicas. Esta cláusula representa un trueque, ya que, a cambio, la Haya se haría cargo de una deuda de las islas, que ascendía a 1.7 billones de euros.

Surgen 2 preguntas: 1) ¿por qué sacrificar tu plena libertad? Y 2) ¿por qué mantener territorios a 8,000 km de distancia? Para las islas, la independencia plena significa perder la nacionalidad neerlandesa. En la práctica esto significa perder la entrada física a la Unión Europea, perder beneficios de la seguridad social, el beneficio de gozar de una educación europea y el derecho de asentamiento. La independencia también significa perder una entrada privilegiada al mercado europeo, así como ayuda humanitaria garantizada en caso de desastres naturales. Además, perderán los mecanismos de anticorrupción y el apoyo de la guarda costeras en la lucha contra la droga. Islas como Aruba y Curazao han sido directamente afectadas por la migración venezolana masiva: el ejercito holandés les protege sus fronteras. Además, sus intereses internacionales se negocian con el poder de negociación que tiene el Reino de los Países Bajos.

Aún con la carga económica que representan las islas, los beneficios geoestratégicos y políticos que reciben en retorno, son invalorables. Estas islas eran históricamente vistas como territorios inútiles, pero los holandeses se sentaron en ellas principalmente por la mina de sal y por su ubicación geográfica. Hoy en día ya no valora la sal, sin embargo, su ubicación mantiene una relevancia geoestratégica. Su presencia en el Caribe le facilita una relación natural, histórica y cultural con Latino América y el Caribe, creando aliados que necesita para mantener su posición como actor global. Además, el aumento en su poder de negociación frente a los Estados Unidos, le da una ventaja geopolítica para avanzar sus intereses en foros esenciales, como lo es la OTAN.

La promoción del principio de autodeterminación y la descolonización creó el espacio necesario para las islas buscar el mantenimiento de ciertas ventajas de la relación poscolonial mientras logran la mayor autonomía posible. Este mismo contexto imposibilita a Holanda imponer una soberanía. En efecto, le ha dado el poder a las antiguas colonias de decidir sobre su futuro. Tras siglos de colonización la Haya les entregó un instrumento de reivindicación de poder e identidad a sus antiguas colonias. Por primera vez en la historia moderna, el Caribe tiene el poder en sus manos de decidir soberanamente sobre su futuro. l


Disclaimer: Las opiniones expresadas pertenecen únicamente a la autora. En ningún caso se considerará que expresan una posición oficial del Servicio Europeo de Acción Exterior o de la Unión Europea.

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