Introducción

Uno de los pensadores dominicanos que más ha valorado la fe de Duarte es el profesor Juan Bosch (ver su artículo “Duarte, un hombre de fe”, en el periódico Vanguardia del Pueblo, jueves 27 de enero 1983). Ha dicho que es la virtud más notable en él. No sólo la fe en la Providencia, por ejemplo, sino la fe en el pueblo dominicano. Santana no creía en que el pueblo dominicano podía mantenerse libre e independiente de Haití, y de ahí la anexión a España. Fue un héroe de las batallas por la Independencia nacional, pero le faltó la fe de Duarte en los dominicanos.

1- La fe de Duarte en Dios

“La palabra “Dios” aparece con mucha frecuencia en la conversación, discursos y escritos de Duarte. “Dios guarde a usted muchos años”, escribiría al final de sus cartas.

Jesucristo fue un maestro para él. leyó su mensaje y creyó en él. El pensamiento de Duarte, quiérase o no, tiene un trasfondo de evangelio. Más aún, Jesús fue modelo para Duarte.

Don Pedro Troncoso Sánchez, gran conocedor del espíritu duartiano, resume todo esto de la siguiente manera: “De Juan Pablo Duarte puede decirse que a lo largo de toda su vida nunca desmereció de su condición de bautizado. Dio constantes pruebas de creer en Jesucristo como hijo de Dios y de que lo tuvo como modelo de conducta, hasta el extremo de que prefirió aceptar el sacrificio antes que apartarse del divino modelo.

Aumenta el mérito de estas pruebas el hecho de que su vida no fue la de un hombre tranquilo con problemas menores, sino la de un líder político enfrentado a situaciones en que cualquier humano siente los arrebatos del odio, del orgullo, del apetito de mando, del interés personal y de tantas otras pasiones que ciegan al hombre en su lucha con el hombre y lo apartan del camino que conduce a la verdad y a la vida encarnada en Cristo”.

(Tomado de mi libro Salve, Padre de la Patria, primera edición, págs. 18 – 19).

2- La fe de Duarte en la Providencia

“La palabra “providencia” es otra palabra muy repetida por Duarte. Refleja esta repetición una gran confianza y fe en el futuro de la historia de los pueblos. No les espera un destino fatal y ciego. Hay alguien que “provee”, que los llevará a un buen término. Su hermana Rosa, en sus apuntes, reflejando exactamente el pensar y el sentir de la cabeza de los trinitarios, escribió: “La Divina Providencia, protectora de la causa de la Patria…”

Duarte acuñará el sustantivo “los providencialistas”, “el providencial”. Y lo hará suyo. Son estos los que, en definitiva, serán útiles al país, porque poseen una fe que les hace ver un futuro mejor, más allá de las vicisitudes del presente. Son los que saben que su lucha dará sus frutos.

“Los providencialistas, dejó escrito, son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los otros, los cosmopolitas y orcopolitas”.

“… el providencial no será vengativo, pero sí justiciero”.
El grupo genuinamente duartiano es aquel formado por hombres y mujeres dominicanos “providencialistas”.

(Tomado de mi libro Salve, Padre de la Patria, primera edición, pág. 19).

3- La fe de Duarte en el valor del sufrimiento y de la cruz

“Sabía muy bien el Padre de la Patria que sin esfuerzos, sin sacrificio, sin la donación de la propia vida y de la propia sangre no se obtiene nada que valga la pena.

El juramento de los nueve trinitarios, el compromiso de lucha por “la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera” quedó firmado con la sangre de sus venas y con una cruz junto a cada firma.

“Cuando signó el último – afirma Serra en sus apuntes-, con el pliego abierto en la izquierda y señalando las cruces con la diestra”, dijo Duarte, dando una lección sobre el valor de esa cruz y el compromiso adquirido: “no es la cruz el signo del padecimiento; es el símbolo de la redención, queda bajo su égida constituida la Trinitaria, y cada uno de sus nueve socios obligado a reconstituirla, mientras exista uno, hasta cumplir el voto que hacemos de redimir la Patria del poder de los haitianos”.

(Tomado de mi libro Salve, Padre de la Patria, primera edición, pág. 20).

4- La fe de Duarte en la independencia de su país y en la fuerza de Dios para obtenerla

Citemos sus palabras: “En Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha proclamado independiente de toda potencia extranjera…”

“Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante”.
Repasemos momentos de su vida:

El 16 de julio de 1838 se declaró independiente de Haití y fue perseguido por los rivieristas; en 1844 se pronunció contra el protectorado francés, lloviendo sobre él males e improperios; veinte años más tarde arremete contra la anexión a España y “no ha de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de mi Patria a Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra…”

Ante esta actitud suya de plena independencia (algo en lo que él creía y que esperaba), el patriota Duarte encontró siempre grupos de perseguidores. Se sintió traicionado en esos momentos. Citemos de nuevo sus palabras:

“Sonó la hora de la gran traición… y sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos…”
(Tomado de mi libro Salve, Padre de la Patria, primera edición, págs. 20 – 21).

5- La firmeza de la fe de Duarte

“Para comprender la firmeza de la fe de Duarte en Dios y en una serie de valores, podríamos recordar algunos hechos de su vida. Pero unas frases suyas nos lo dicen más claramente. Esas frases nos hacen comprender mejor su vida y los compromisos que contrajo consigo, con sus compañeros y con su país:

“Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos”.

“El buen dominicano tiene hambre y sed de la justicia ha largo tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la suma bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado…”

Un párrafo del Ideario de Duarte compilado y anotado por Don Vetilio Alfau Durán, bajo el epígrafe “fe patriótica”, recoge hermosamente, con palabras del mismo Patricio, cual debe ser la fe del pueblo dominicano en su propio destino, siguiendo el ejemplo, acompañado de sufrimiento e incomprensiones de su padre fundador:

Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no sea autoridad, tiene derecho a prohibirlo.

La ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo.

Para la derogación de una ley se guardarán los mismos trámites y formalidades que para su formación se hubieren observado.
La ley es la regla a la cual deben acomodar sus actos, así los gobernados como los gobernantes.

Ningún poder de la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco.
Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.

Soberanía: Toda ley supone una autoridad de donde emana y la causa eficiente y radical de ésta es, por derecho inherente, esencial al pueblo e imprescriptible de su soberanía.

La delación: se prohíbe recompensar al delator y al traidor, por más que agrade la traición y aún cuando haya justos motivos para agradecer la delación”.

(Tomado de mi libro Salve, Padre de la Patria, primera edición, págs. 21- 22).

Conclusión

CERTIFICO que los contenidos de mi trabajo fueron extraídos textualmente de mi libro “SALVE, PADRE DE LA PATRIA” y mi artículo “LA FE DE DUARTE”, de Un Momento, en Listín Diario del 22 de enero de 2019.

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los veinte (20) días del mes de enero del año del Señor 2021.

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