Introducción

Repasando mis “Un Momento”, encontré estos temas sobre “los pobres” y “la pobreza”. Les invito a ustedes también a repasarlos conmigo.

1- Desde los pobres
“Con la entrada de Jesucristo en la historia, la humanidad cobró plena conciencia del valor y dignidad de todo hombre. Desde entonces, todo pensador o filósofo o activista preocupado por el ser humano vive, fundamentalmente, de ese capítulo del pensamiento cristiano y es su heredero.

Para Jesucristo y para todo humanista –usando una expresión nuestra– todo hombre puede ser llamado con todo derecho “don”. Es un apelativo que demuestra su dignidad de persona humana.

El pobre siente, piensa y así lo dice en sus refranes y lo canta en sus coplas que él no es “don”.

“Don” es el que tiene dinero. Cuando yo tenía dinero, me llamaban Don Tomá y ahora como no tengo me llaman Tomá na má.

No basta una charla o un diálogo para hacer descubrir a los campesinos, a los obreros o a los marginados su sentido de igualdad frente a todos los hombres.

Las actitudes de sus conciudadanos, los golpes de la vida, la cola que deban hacer en la fila; mientras, un recién llegado es llevado inmediata y caprichosamente a la cabeza, les hacen sentir que no son nadie. “Cuando tenga dinero, entonces, seré don”.

Recuerde la cara de tristeza de aquel anciano dominicano, que anhela el respeto y la reverencia que merecen sus años y sus trabajos, cuando exclama: “Me dicen tú y no usted porque soy pobre”.

“El pobre no es gente”, sigue diciendo el refranero y repitiendo al hombre y a la mujer del pueblo. El pobre nada puede, es el significado hondo y doliente de ese refrán. “El arrancao no e gente”, “el que nada tiene nada vale” volverá a afirmar el refranero popular, insistiendo con esos nuevos refranes, en sus sentimientos más profundos. Todos los caminos parecen cerrados:

El “apurao” no va pa’ parte y si sale no va lejos, puede ser que halle posada pero no encuentra acotejo.

Se puede ayudar a los pobres a tomar conciencia de su valor como personas y de la fuerza existente en ellos para superar sus males por la reflexión, el diálogo, la discusión, y tomando actitudes de respeto hacia ellos.

No bastan, sin embargo, las reflexiones y cambios de actitudes. Es necesario cambiar también las estructuras que mantienen las desigualdades y las faltas de respeto a la persona humana.

Tampoco bastan los solos cambios en las estructuras económicas, un llegar a decir “todos somos don porque todos tenemos dinero”.

La grandeza del ser humano está en su persona misma, no en su tener.

Se impone una acción combinada de cambios o actualización de mentalidades, actitudes y estructuras.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.”

2- Evaluación de la pobreza
“Sobre la pobreza de un país y de sus pobres se pueden dar datos y números. Es una evaluación. Una manera de conocerla y de medirla. También la simple observación nos arroja una visión de los niveles de pobreza, aunque no podamos cuantificarla.

Sobre la lucha contra la pobreza un gobierno puede ofrecer datos y números acerca de sus acciones para combatirla. También los encuestadores tienen sus maneras de medirla. De todas maneras, los mejores indicadores para evaluar la pobreza y la lucha contra ella es fijarse en las siete áreas siguientes. A veces basta la simple observación para darse cuenta de cómo andan las cosas.

Educación. En esta área uno puede preguntarse: ¿Cuál es la calidad de la educación? ¿Cuántos realmente van a la escuela? ¿Qué está haciendo efectivamente el gobierno en el campo educativo, sobre todo en la educación básica? ¿Qué se invierte del presupuesto en educación?

Salud. ¿Cómo están nuestros hospitales: sus instalaciones, sus instrumentos y sus servicios médicos? ¿Qué ha hecho efectivamente el Gobierno en el campo de la salud pública?

Alimentación. ¿Hay producción suficiente de alimentos? ¿Qué sobre los precios? ¿Los puede la gente adquirir con cierta facilidad?

El medio ambiente. La basura, la contaminación, los recursos naturales, ¿qué se observa sobre ellos?
Empleo. ¿Hay empleos suficientes? ¿Hay estabilidad en los trabajos?

Las viviendas. ¿Cómo vive la gente en nuestros barrios? ¿Hay realmente viviendas suficientes al alcance de los obreros?

Los servicios. ¿Qué de las calles, de la energía eléctrica, del agua corriente? ¿Qué del hábitat, del entorno general en el que se desenvuelve el diario vivir?

Son simples preguntas alrededor de unos indicadores básicos para medir el mínimum de calidad de vida humanamente digno. Se pueden poner otras. Pero ellas ayudan a hacer una evaluación de la pobreza del país y de los progresos que se tienen en la lucha contra la misma, por simple observación, aunque no se les haya medido con números y datos precisos.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.”

Conclusión
CERTIFICO que los contenidos de este trabajo fueron extraídos de mis libros “Antes de Un Momento” y “Más allá de Un Momento”.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los veintidós (22) días del mes de noviembre del año del Señor dos mil veinticuatro (2024). l

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