Será Georg Wilhelm Friedrich Hegel quien inaugure la concepción de la estética como filosofía del arte y de las bellas artes al vaticinar que “la estética tiene por objeto el vasto imperio de lo bello, -y que- su dominio es principalmente el de lo bello en el arte”.
De modo que con Hegel se inaugura uno de los puntos más atractivos de la estética, partiendo de la idea de que el arte cumple la necesidad humana de conocerse y transformarse tanto a sí mismo como a su entorno. Bajo estas premisas, el referido filósofo plantea tres formas graduales y progresivas a través de las cuales el hombre puede conquistar el conocimiento y la capacidad práctica del arte por medio de su propia actividad productiva al registrarla en un soporte sensible que perdure en el tiempo, a saber:

La primera esfera es la del arte simbólico u oriental. A éste pertenece la sublimidad; y el carácter de la sublimidad es que se debe expresar algo infinito. Pero esto infinito es aquí lo abstracto, para lo cual no hay ninguna configuración sensible.

La segunda esfera es el arte clásico. Él es la libre imaginación de la configuración, hacia el concepto. Un contenido que tiene la configuración adecuada a él, el cual, como contenido verdadero, no se priva de la forma verdadera. (…) El verdadero contenido es lo espiritual concreto, cuya configuración es la figura humana.

La tercera esfera es el arte que se coloca como arte en un punto de vista superior. Este arte puede ser caracterizado como el arte romántico o cristiano (…) Lo sensible en su esfera también se vuelve libre. El carácter de este arte es lo espiritual que es para-sí; lo subjetivo, lo interior. En consideración a lo exterior hay indiferencia, arbitrio y aventuras.

En efecto, Hegel denomina como “formas de arte simbólica, clásica y romántica”, a los crecientes modos en que la imagen artística se nutre de autoconocimiento humano. De esta manera se desarrolla una cosmovisión que percibe al individuo como un sujeto generador de valores, conceptos, instituciones, saberes y técnicas por excelencia, logrando sintetizar sus reflexiones tal como se ha descrito precedentemente.

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