Continuamos con los aportes de Juan José Mesa sobre el maestro Gausachs, tenemos: -en lo referente al libro “Irreverencies”-, al igual que otras féminas –encantadoras-, Walkyria –resultó- otra divina hembra de pecado amiga de Gausachs, (…) que le da una sutil gracia de novia juguetona– (sic), con quien tuvo una especial cercanía, -esto consta- en las memorias de esa época que desfilaron por el Castell Blau.”
“A Gausachs que ha llegado hace poco, le pregunta si es fácil encontrar una amante nihilista. Y ella riendo: –en referencia a María Berdnikow una bailarina rusa del Aqquarium de San Petersburgo, amante de la bohemia y de los bohemios– con una extraña risa, sonora, pero que no es risa – como risa falsa. ¡Oh, sí! Este es un artículo que va muy barato. Ya es la noche, la bailarina se acerca: yo le di la chaqueta y el Berret (Birrete). Ya arreglada para salir a la calle, acepté el convite de una fiesta que «Los Caballeros del Castell Blau» darán a loor en su castillo”.

Si ponemos en contexto que Gausachs en su búsqueda creativa parte de Barcelona al finalizar el verano de 1911, y la recurrencia con que se repiten los acontecimientos que narra Capdevilla; llegamos también a la inequívoca conclusión que durante estos años él mantuvo intermitencia entre París y Barcelona, o venía con frecuencia para visitar a su familia y amigos. Regresa con el estallido de la guerra para entrar por completo en contacto con el mundo del Paralelo, y mantuvo su «Castell Blau» probablemente hasta finalizar el 1916 cuando se instala nueva vez en la “ciudad de las luces” para (…) “estudiar las obras maestras de la pintura impresionista”.

El lector se preguntaría ¿Por qué toma esta decisión en medio de la guerra? Es esa la mejor respuesta para demostrar que Gausachs fue un visionario. Él se adelantó a lo que ocurriría al finalizar la Primera Guerra Mundial.

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