El pasado sábado 26 de agosto se inauguró la XXX Bienal Nacional de Artes Visuales de Santo Domingo. Esta edición está dedicada al artista contemporáneo Jorge Pineda.

La bienal ha tenido sus altibajos, pero hay que reconocer que se han realizado grandes esfuerzos para preservarla en el tiempo y presentar una selección muy representativa del arte nacional.

Desde luego, dado el carácter subjetivo del arte, vamos a encontrar obras muy interesantes y, otras, que nos cuesta interpretar y hasta asumir como arte. No obstante, lo que sí es evidente es que la propuesta en sí misma, es un portal para la reflexión.

Esta es una bienal muy inclusiva, hay un poco de todo en cuanto a estilos, medios de expresión y técnicas. Igualmente, en lo relativo a generaciones de artistas y sectores, lo que permite apreciar los procesos de experimentación de cada autor.

Un aspecto de gran interés es el sentido de pertenencia y la preocupación por los temas sociales. Desde la selección de piezas de Jorge Pineda que devienen en su mayoría una crítica social al abuso, el maltrato y el racismo por citar algunas de las preocupaciones que movieron al artista, hasta encontrarnos con fórmulas que abogan por la preservación del medio ambiente, la seguridad nacional, las migraciones y la preservación de la memoria histórica.

Ha llamado la atención que en el diseño museográfico de la bienal, se han incluido obras de pasadas ediciones.

Tal vez hubiese hecho falta establecer una guía para educar al público respecto a los ámbitos que rigen la propuesta. Todavía hay oportunidad y algunas apoyaturas museográficas cumplirían muy bien esta función.

En las próximas entregas, procuraremos un ejercicio reflexivo que nos permita conocer las motivaciones de los artistas que nos encontramos junto a sus piezas el día de la inauguración.

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