El pasado 17 de noviembre se inauguró la primera fase del Museo Abreu en Bávaro, Punta Cana, un proyecto maravilloso que despliega las mejores energías para la puesta en valor del arte dominicano en uno de los destinos turísticos más importantes del mundo.
Ha sido un gran honor y privilegio acompañar al artista Oscar Abreu en este trayecto, alimentado por el amor que sentimos por lo vernáculo y el deseo incesante de que nuestra cultura trascienda.

El éxito es para los que se arriesgan como lo ha venido haciendo este inusitado artista del que me siento tan orgullosa. Así, porque Oscar no solo explora en su imaginación, sino que ejecuta hasta ver materializada cada idea. Es un ejemplo de trabajo, esfuerzo y humildad.

Le he visto compartir con las grandes figuras y, con igual entrega se inclina ante niños y mayores. Su sensibilidad no tiene parangón y su amor por los demás es inmarcesible.

No imagino cómo el tiempo le alcanza para tantas cosas y cómo puede conservar tan buen humor. Pocas veces le he visto molesto, entre ellas, cuando le decepcionan. Espera que los demás se le asemejen en el sentido de compromiso que deposita en los proyectos, sin embargo, la naturaleza humana es voluble y solo quien se identifica con las buenas causas actúan con generosidad.

El arte dominicano cuenta con un nuevo espacio, en el que se pretende desplegar un amplio programa cultural. Está en agenda la presentación de la obra: “OSCAR ABREU: memoria de un visionario”, cuya portada está dedicada al eminente doctor Ramón Tallaj. El material recoge la valoración formal y estética del historiador de arte dominicano Cándido Gerón. Asimismo, se integra el prólogo del académico y crítico de arte Odalís Pérez y breve introito de una servidora.

La publicación comprende además un capítulo especial en el que el artista reflexiona sobre su vida y obra, destacando las figuras y momentos que más han influido en su trayectoria. Celebro la inauguración del Museo Abreu, pero, sobre todo, agradezco a Dios por la vida de uno de los artistas dominicanos más representativos del siglo XXI, mi hermano, Oscar Abreu.

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