El crítico de arte francés Phillipe Audoin expresó que “…la terminología de Duchamp -así- como el Vaudou embrujado de Lam supieron brindar adornos de cuernos, de hélices, de inscripciones de arriba y de gallineros de abajo -al artista-. Lo cierto y lo que importa ante todo es que Tovar invente y arranque a la noche del espíritu máquinas deseantes, en el sentido de Deleyze, irradiadas por sus propias finalidades y en plena posesión de sus litúrgicos y muy escabrosos medios”. (La isla Abierta, 28 de junio de 1998).
El texto de referencia encuentra apoyo en la afirmación que hace el artista: “yo pintaba casi como Wifredo Lam, pero poco a poco fui evolucionando hasta lograr un lenguaje personal”. (Ramonita Castillo, entrevista, El Caribe, 15 de marzo de 1979).
De hecho, Iván comenta que cuando llega a Europa su paleta estaba compuesta por colores planos y no se sentía cómodo con esas obras. “Yo sabía que no quería eso. Entonces, antes de 1965 estuve en Grecia por espacio de tres meses y ahí pinté varios cuadros, … seguí trabajando tranquilamente, siempre tratando de encontrar esos misterios…”. (En: Amable López Meléndez, entrevista a Iván Tovar, Hoy, 21 de junio 1998).
“No sé por qué, pero luego me sentí como si estuviera penetrando en mi propia expresión plástica. De ahí en adelante, comencé a trabajar cuadros monocromos… Más tarde descubrí la magia de los grises que es verdaderamente en donde se encuentra el equilibrio de los tonos que luego se van agregando hasta crear la gama que emocionalmente surge en el momento. Es posible que yo tenga una paleta personal, yo no soy quien lo dijo, lo escribieron en París”. (Virginia Goris, entrevista a Iván Tovar, Hoy, 11 de julio 1986).
De modo que la muestra presentada en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo en 1980 con texto de Arnulfo Soto, resultó reveladora de la madurez conceptual, formal y estética del artista que exhibe un compendio de trabajos más definidos, auténticos e inconfundibles.
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