Siempre que puedo sigo con atención las publicaciones de mi muy querido y admirado amigo Píter Ortega, unos años mayor que yo en la carrera de Historia del Arte en la Universidad de La Habana y, sin duda alguna, un gran mentor para mí, aunque de forma indirecta.
Hace unas semanas Píter compartió en su muro de Facebook su impresión acerca de un señor llamado Korby que se dedica a hacer retratos a carboncillo en Central Park. Resultó conmovedor leer cómo una persona de 72 años se aferra a la vida y procura el sustento de cada día por medio del noble oficio de dibujar, sobre todo y más importante en medio de la COVID19.
La historia de Korby ha sensibilizado a muchos que, a través de Píter, se han animado a mandar aportes desinteresados, han pedido que se les haga un retrato o han ido a posar para que Korby lo haga de forma directa. Asimismo, varios artistas de renombre se han unido para rendir homenaje al retratista, inmortalizando su imagen a través de sus obras. Entre los primeros en crear un retrato de Korby, se encuentra el artista cubano Adrian Socorro, quien al compartir el resultado de su obra expresó que: “la historia de Korby me ha llegado hondo, tanto es así que me inspiró hacerle este retrato al colega. ¡Desde Cuba es este mi granito de arena en la suerte de movimiento en que esté inmerso Korby ahora mismo!”
Y es que, además del indudable talento de Korby para hacer retratos, me ha sorprendido que no es un improvisado, es un admirador de la obra de Rembrandt, de Velázquez y de Manet. Cuando se le escucha hablar sobre su vida y obra, luce cultivado, es un hecho que sus años de vida le van sumando numerosas experiencias, no obstante, en uno de los tantos vídeos que ha venido compartiendo Píter Ortega de sus encuentros con Korby, este le cuenta que ha pasado por varias escuelas, teniendo una gran referencia en las calles sobre todo cuando vivió en Chicago, a lo que se suma su paso por la Academia de Nueva York. No sé ustedes, pero yo también quiero un retrato por Korby.
