El aporte novelístico de Anthony Ríos

Mientras el pueblo dominicano despide entre risas y llantos a su ídolo del canto popular, Anthony Ríos, los lectores podrán valorar una faceta menos conocida de su prolífica existencia

Mientras el pueblo dominicano despide entre risas y llantos a su ídolo del canto popular, Anthony Ríos, los lectores podrán valorar una faceta menos conocida de su prolífica existencia: su obra narrativa, muy especialmente su novela Primavera roja, subtitulada “Sangre en Jarabacoa”, publicada por editorial Santuario en el 2010, con prólogo del reconocido crítico y escritor Manuel Mora Serrano. Recordamos que la obra fue puesta en circulación en un concurrido acto celebrado en la Biblioteca República Dominicana.

Mora Serrano advierte que “Anthony Ríos no es, naturalmente, un Gabriel García Márquez y no lo pretende, pero manteniendo su originalidad, se fue a Jarabacoa, hizo investigaciones, escuchó viejas historias y comentarios, a veces tan antiguos que llegó hasta los antepasados indígenas. Con ese rico material, se preparó para hacer lo que él llama, su primera novela publicada (tiene varias inéditas)”.

El escritor pimentelense argumenta que las historias encontradas en Jarabacoa por el hoy artista fallecido “encajaban en la trama de un sub-género narrativo que no abunda mucho en el país (salvo contadísimas excepciones): me refiero a las novelas de misterio, de suspense, de intrigas detectivescas y policíacas”, por lo que, en su opinión, Primavera Roja es una agradable sorpresa que mantendrá interesado al lector sin poder soltar el libro tras iniciar la lectura. “Precisamente, eso es lo que ha logrado Anthony Ríos con su sangrienta novela, por eso y por otras razones que el lector entenderá cuando la tenga en sus manos, me atrevo a sostener que será un best seller sin precedentes”, añade el prologuista, para concluir en que “reúne todas las condiciones para ser llevada al cine”.

La contraportada dice de Florián Antonio Rodríguez Jiménez, Anthony Ríos: “Su ombligo está enterrado desde el 17 de julio de 1950, en una de las playas más bellas del país, en Las Cañitas, aldea atlántica entre Sabana de la Mar y Miches”. Vivió en Miches y Hato Mayor, donde “fue alfabetizado por su abuela paterna, que le inculcó amor a los libros”. ¡Siempre te recordaremos, hermano Kínder!

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