Fue a la experta Clara Solís Araya, dominicana nacida en Costa Rica, a quién le escuché por primera vez el concepto “nueva ruralidad”. Como el tema nos pareció tan lógico y convincente ante el proceso de globalización agilizado a partir de los años 90, rastreamos en librerías virtuales la bibliografía existente, encontrándonos con la sorpresa de que ha sido objeto de investigación por parte de autores de países como México, Brasil y Colombia, mientras notamos un preocupante descuido por parte de la intelectualidad criolla.

De hecho, los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fueron los primeros que comenzaron a describir el panorama novedoso en que entraba la zona rural con el avance del libre mercado, advirtiendo que el campo en América Latina se desplazaría hacia los centros urbanos, lo que ha sido evidente en República Dominicana.

De manera que el campo, imprescindible para la vida llevadera en la ciudad, tenía necesariamente que ser repensado. El hombre y la mujer que durante siglos hicieron vida campesina, creando una cultura que sirvió de inspiración para literatos, músicos y artistas plásticos, abandonaban esa misión que le asignó la sociedad de simples agricultores para convertirse en pequeños empresarios agrícolas, o sencillamente tendrían que emigrar a otras latitudes.

Recientemente comentábamos aquí la novela De la frontera a la Capital, del escritor Mauricio Moreta, resaltando el fenómeno de la emigración de nuestra gente de las zonas rurales a las urbanas, lo que transformó demográficamente a nuestro país. La meta de Mauro, el protagonista, solo podía ser realizable en la ciudad.

En un gesto de escritor caballeroso, Moreta, un hijo distinguido de Elías Piña, se empeñó en localizarnos con los efectivos recursos de las redes sociales, hasta hacernos llegar una carta considerando “un gran honor ser objeto de tal distinción en su destacada columna del periódico El Caribe”.Lo ideal sería una nueva ruralidad, próspera y sostenible.

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