El 13 de enero de este 2023 publicamos una entrega titulada con la pregunta: ¿por qué se retiran los periodistas? Fueron muchos los colegas que nos escribieron y llamaron para identificarse con nuestro planteamiento, muy especialmente con el que sostenía que el retiro era una respuesta a la pérdida de parámetros éticos y morales en la sociedad, lo que convierte en relativos los criterios que servían de fundamentos para reconocer lo bueno y condenar lo malo.

“Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”, es la regla del juego posmoderno en esta media mitad del siglo XXI. El famoso tango “Cambalache” es el canto general. Tanto en el país, como en todo el mundo, se están retirando los periodistas verdaderos, dejan los espacios a los denominados “comunicadores”, muchos de los cuales no hacen más que degradar un oficio que en sus tiempos de gloria llegó a considerarse un sacerdocio.

Nos sorprendió en estos días la noticia de que el premio Nobel de Literatura, Mario Varas Llosa, quien además de escritor se considera periodista, decidió retirarse del género narrativo, tras publicar su última novela Le dedico mi silencio. Sucede que no es fácil entender el retiro en una actividad como la literatura, y más en el caso del peruano nacionalizado dominicano, quien la ha definido como una pasión que le ha dado sentido a su vida.

Los novelistas auténticos sufren los dilemas y las disyuntivas de los periodistas verdaderos. ¿Cómo es posible convertirse en conciencia crítica en una sociedad donde se llama bueno a lo malo y viceversa? Es verdad, como dicen los seguidores del Maestro de Galilea que se están cumpliendo las profecías. Pero es que todo ha sido tan vertiginoso, que cronistas y narradores corren el riesgo de quedarse fuera de contexto en lo que hasta hace poco fue su rol moralizante.

Gran nostalgia habrá de vivir el autor de La Fiesta del Chivo, quien vivió la era de cuando la literatura y el arte verdadero eran noticia.

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