Mientras redactábamos esta columna, llegaban a Nueva York las delegaciones dominicanas a la Feria del Libro Dominicano en esta ciudad. Por la inquietud que externan los criollos residentes en la gran urbe, ante los acontecimientos registrados recientemente en la zona colonial de Santo Domingo, pensamos en los autores más preocupados por el derrotero moral asumido por la juventud dominicana de los últimos meses.

Pensamos en la obra del joven pastor adventista Víctor Pérez, autor del libro Deja que el río fluya, quien se suma a la misión emprendida por otros predicadores que le anteceden, como el doctor José Dúnker y el profesor Víctor Cruz Baret, todos oriundos de la región oriental de la República Dominicana.

Pérez, quien de acuerdo a la presentación del libro ha sido pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante los últimos 25 años, recoge en la obra 22 sermones “para edificar a la iglesia”, en los que habla de temas concernientes a las dificultades de la vida en el siglo XXI y sus fórmulas para enfrentarlas, que le obligan a referirse a la felicidad terrenal y al “triunfo” que exige la sociedad posmoderna.

Como si coincidiera con el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, el escritor adventista plantea que las “palabras amables, las miradas de simpatía, las expresiones de aprecio serían para muchos de los que luchan a solas como un vaso de agua fresca para el sediento. Una palabra de estímulo, un acto de bondad, contribuyen mucho a aliviar el fardo que pesa sobre los hombros cansados”.

El predicador Pérez, quien ha vivido por años en los Estados Unidos, se muestra optimista al hablar sobre la posibilidad de una vida feliz en el convulso mundo de hoy. En el capítulo “Levántate y decídete a ser feliz”, dice que “la búsqueda de la felicidad no es un sueño irrealizable” y que ser feliz se trata de “un asunto de decisión personal y seguir los principios dados por Dios”. Esperamos que la feria neoyorquina culmine con gran éxito.

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